jueves, 30 de septiembre de 2010

Clase 28 - GC 2010

HALLANDO LA PAZ
Juan 16:17-31

Jesucristo siempre estuvo diciendo a sus discípulos del ciclo que debía cumplir, que Su misión tenía un principio y un fin, por eso les decía que ya no lo verían por un poco de tiempo, pero que después lo volverían a ver. Les estaba hablando acerca de Su muerte y resurrección que de acuerdo a las Escrituras debía pasar para pagar por nuestros pecados y darnos la salvación.

Jesús sabía que la siguiente etapa de su misión sería muy dolorosa y nada fácil e hizo una comparación de una mujer embarazada que está a punto de dar a luz un bebé, y después del alumbramiento se olvida de toda la angustia y el dolor que pudo haber pasado. Después de la resurrección de Jesús nos abrió una gran puerta y un camino directo al Padre lleno de bendiciones y privilegios para todos sus hijos.

Nuestro Padre celestial está muy pendiente de las peticiones de sus hijos cuando las hacen en el nombre de Jesucristo, para que nuestra alegría sea completa. Ésta promesa está vigente hoy en día hasta que Cristo venga por Su iglesia en el Rapto. Pero debemos entender algo y debemos estar muy conscientes que es necesario conocer la voluntad de Dios para pedir e interceder conforme a Su voluntad y no estar errando en peticiones egoístas y sin sentido, porque no recibimos de Dios por no saber pedir con sabiduría y conocimiento. 1 Juan 5:13-15, Santiago 4:1-3

Jesús sabía que sus discípulos lo dejarían solo en el momento de iniciar la última parte de Su misión, cuando moriría por nosotros, todo ese proceso ellos huirían y abandonarían al Señor por miedo a morir o a sufrir. Vemos con claridad que no tenían el poder del Espíritu Santo sobre ellos para aguantar todo lo que viniera. Jesús les enseñaba todo lo que correspondía a la etapa de su muerte y resurrección para que tuvieran “Paz” en Él.

En medio de la adversidad, tribulación, sufrimiento y dolor, en nadie encontraremos paz profunda y permanente, porque el mundo ofrece una paz pasajera sin fundamento, que al final solo hay vacío y desesperación. Jesús es nuestra paz porque Él es el Príncipe de Paz y ha vencido al mundo para que nosotros estemos animados para seguir adelante con valor hasta llegar a nuestra meta. Isaías 9:6-7

Jesús sufrió todo y aguantó hasta el final, no se desanimó porque vio el resultado que traería Su muerte y resurrección. Hemos recibido un gran ejemplo en Él para que sigamos adelante con nuestra vida cristiana, sin perder de vista nuestra meta, fijando nuestra mirada en Jesús que es el autor y consumador de nuestra fe. Hebreos 12:1-3

Ante cualquier circunstancia de la vida no dejemos de buscar a Jesús en oración y en Su Palabra porque encontraremos paz y descanso.

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