CIEGO DE NACIMIENTO
Juan 9:1-12
Hay enfermedades congénitas, es decir, de nacimiento y muchas de ellas son difíciles o imposibles de curar, sobre todo cuando la vista ha sido afectada con ceguera. Por supuesto que para Dios no hay nada imposible cuando nosotros le creemos con todo nuestro corazón, porque para el que cree todo le es posible. Lucas 1:37, Marcos 10:27, Jeremías 32:27, Salmo 115:3.
La práctica del pecado puede abrir la puerta a la enfermedad pero no podemos decir que todas son producto del pecado. Hay personas que no cuidan o no son diligentes con sus cuerpos y pagan las consecuencias con enfermedades y muchas de ellas son degenerativas como el cáncer. La iniquidad de nuestros antepasados que pueden heredar maldición de enfermedad que pasa de generación a generación, hasta que la rompes en el nombre de Jesús como hijo de Dios.
El ciego de nacimiento de ésta historia no era producto del pecado ni de la iniquidad de sus padres, solo fue una enfermedad congénita y Dios tenía planeado sanarlo y manifestar su gloria a través de ese cuerpo.
Estamos de día y debemos trabajar extendiendo el Reino de Dios porque llegará la noche y no será posible hacerlo. Somos la luz de éste mundo porque Cristo esta en nosotros. Debemos predicar el evangelio del Reino, orar por los enfermos y echar fuera demonios en el nombre de Jesús.
La gente por lo general tiende a los métodos cosa que Dios no hace porque siempre hará algo diferente cada día. Jesús hizo barro con su saliva y lo untó en los ojos del ciego. Le dio una orden de qué hacer y adónde ir. “Ve y Lávate en el estanque Siloé”, fue algo muy raro y sin nada de lógica, no era común el método, pero el ciego le creyó y le puso pies a su fe para llegar al estanque. Posiblemente hubo pensamientos durante el camino de la rareza de la orden, pero no se detuvo sino que avanzo. Tú no te detengas para alcanzar tu milagro, sigue caminando cada día con fe y no permitas que la duda te robe lo que Dios ya te ha dado.
Cuando el ciego recibió la vista en el estanque, la gente le empezó a preguntar si era el mismo que conocían, y les dijo que sí pero ya no alcanzo al Maestro, no lo conocía físicamente, solo había escuchado su voz y su nombre.
Se concretó a testificar a la gente del pueblo, yo era ciego y Jesús me sano, aunque no sabía cómo era y dónde estaba. Nosotros sí sabemos quién es Jesús, dónde está y dónde quiere estar. Aprovechemos todas las oportunidades para que la gente reciba a Jesús en su corazón. ¿Qué ha hecho Jesús por ti? ¿Lo estas compartiendo a los demás?
Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. Sigue haciendo milagros y maravillas, solo creamos.
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