YO SOY LA LUZ DEL MUNDO
Juan 8:12-20
Siempre que Jesús enseñaba algún principio espiritual o revelaba lo que Él es, la gente se atragantaba porque razonaba todo y la venda de la religiosidad no les dejaba ver la gloria de Dios, la luz que penetra las tinieblas y la hace desaparecer.
La gente juzgaba a Jesús con criterios humanos, con ideas preconcebidas que lo único que hacían es alejarlos más de Dios. No aceptaban el testimonio de Jesús al hablar de sí mismo, porque Él y el Padre eran los testigos de lo que Él era. No querían aceptar que Su Padre es el que hizo los cielos y la tierra. Las mismas obras testificaban que Jesús era enviado por Dios.
Jesús se presento como la luz del mundo. Jesús estaba desde el principio de la creación con Dios, y por medio de Él fueron creadas todas las cosas, porque era el verbo de Dios. En Jesús estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad. Ésta luz resplandece en la tinieblas y las tinieblas no han podido extinguirla. Juan 1:1-13
Debemos caminar y vivir en ésta luz para tener comunión con Dios y con otras personas. El rencor, el odio, la amargura y los resentimientos hacen que las personas vivan en oscuridad. Cuando persona está en oscuridad no puede ver lo que hay adelante ni peligros que conlleva, por eso continuamente tienen tropiezos o pueden caer en el hoyo de la depresión y del desánimo. 1Juan 1:5-10, 1Juan 2:7-11
En el principio dice la Escritura que la tierra estaba vacía, oscura y en desorden. Algunos teólogos especulan que Satanás ya había sido lanzado a la tierra y era resultado de su presencia. Las personas que no tienen la luz de Cristo es precisamente una de las características de su matrimonio, familia y su vida personal, oscuridad, desorden y vacío.
La vida de Dios es luz y debemos brillar como hijos de Dios que somos, y la evidencia es una vida en orden; también estamos satisfechos con la Presencia de Dios y no necesitamos llenarnos de alcohol, inmoralidad sexual, fármacos, entre otros.
Si Cristo esta en nuestra vida, entonces tenemos la luz y ahora en Él somos la luz del mundo, somos su extensión aquí en la tierra. Llevemos la luz a toda criatura que está apagada y lejos de Dios. Encendamos su vida compartiéndoles del amor de Dios para que crean en Jesús, se arrepientan de sus pecados y lo confiesen como Señor.
Nuestra tarea es encender toda la tierra con la luz de Cristo. Ese es el trabajo de Mateo 28 mejor conocida como la “Gran Comisión”. ¿A cuántos les has encendido sus vidas con la luz de Jesús que tú tienes? – Hoy haz el firme compromiso con Jesús de compartir Su luz con otros.
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