El ministerio de Jesús comenzó con el bautismo en agua. Su primer ó más alto grado de guerra espiritual a nivel estratégico que Jesús enfrentó fue en el desierto. Jesús dio aviso a todo el reino de las tinieblas que el Reino de Dios había llegado. Jesús se enfrentó a Satanás en un choque de poder de más alto nivel.
El adversario tenía todo su poder cuando enfrentó a Cristo Jesús. Nosotros no debemos ignorar o tomar a la ligera lo que significan los nombres del adversario, porque nos muestra su modo de operación.
~ 2 Corintios 4:4, el dios de este siglo.
~ Efesios 2:1-2, el príncipe de la potestad del aire.
~ Juan 12:31, el príncipe de éste mundo.
~1 Juan 5:19, el mundo entero está bajo el maligno.
Jesús ya venció y ganó la guerra. Nuestro trabajo o tarea no es ganar la guerra, porque Jesús lo hizo en la cruz, sino ejecutar la operación limpieza del territorio que nos ha sido en dado. Nosotros debemos vencer en la operación limpieza que nos ha sido encomendada, porque al adversario pone resistencia al desalojo, pero Dios nos ha dado poder y autoridad para lograrlo.
El adversario sabía que Jesús aparecía en el escenario para deshacer sus obras, y que invadiría su territorio. Jesús venció al adversario y a su reino en la cruz. La guerra ya está ganada. En el desierto hubo choque de poderes. Era un territorio del adversario. 1 Juan 3:8, Colosenses 2:15.
Desierto – griego “eremos”, un lugar de peligro mortal y de poderes demoniacos.
El Espíritu Santo llevó a Jesús al terreno del enemigo para que lo venciera. El poder diabólico jamás podrá competir con el poder de Dios.
El diablo fue derrotado en el desierto, y espiritualmente se abrió la puerta para sus tres años de ministerio poderoso, incluyendo su muerte y resurrección. Debemos ayunar antes de cualquier proyecto.
El Espíritu Santo fue la fuente de poder de Jesús en todo su ministerio. Jesús hacia todo lo que veía hacer al Padre. Se hizo siervo con toda la humildad de corazón. Todos estos puntos fueron importantes para la Victoria en la misión de Jesús. La arrogancia le da lugar al adversario y toma ventaja sobre nosotros, pero Jesús no se lo permitió. Mateo 12:28; Hechos 10:38, Juan 5:19, Filipenses 2:5-8.
NUESTRO LUGAR
El Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto para confrontarlo con el adversario. El Espíritu Santo no lo ha hecho con nadie más, solo fue con Jesús.
Las Escrituras no nos muestra que los doce apóstoles o otros dirigentes “desafiaran al diablo” en un choque directo como Jesús lo hizo en el desierto. Jesús no nos ha mandado a desafiar al maligno, solo a expulsarlo de la tierra que vamos a limpiar y a conquistar, cuando somos “enviados”.
ATANDO A SATANÁS
Debemos conocer los tiempos. El hombre no va atar a Satanás, sino un ángel y será por mil años. Apocalipsis 20:1-2.
Debemos ser claros y concisos, de acuerdo a las Escrituras. No rebasemos los límites que Dios ha establecido en nuestro ministerio. No digamos palabras sin sustento bíblico en nuestras oraciones, porque falta de conocimiento el pueblo cae cautivo. Eclesiastés 10:8, Oseas 4:6
Una mujer estuvo atada a un espíritu de enfermedad por 18 años. Jesús dijo que estuvo atada a Satanás, porque era el último responsable y el jefe de las huestes de maldad. Lucas 13:10-16.
Nosotros no fuimos enviados a confrontarnos a Satanás, sino a espíritus de menor rango que nos salgan en el camino. No hay predicación del Reino de Dios sin echar fuera demonios, porque es parte de la operación limpieza. Mateo 10:7-8; Hechos 26:18.
Nuestros enfrentamientos van aumentando de nivel, de agresividad y resistencia.
1. Nivel de piso (endemoniado).
2. Ocultismo (demonios a disposición para hacer daño).
3. Territorial (es un espíritu de alto rango que tiene una zona bajo su custodia).
Debemos ser sabios para orar y tomar una ciudad para Cristo, para no salir lastimados y no tener bajas. No seamos arrogantes en la oración estratégica. Proverbios 20:18; 24:6.
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