lunes, 1 de junio de 2009

Clase 15 - GC 2009

LA SEGUNDA SEÑAL
Juan 4:43 – 54

Los milagros, señales y maravillas seguían a Jesús a donde quiera que Él predicara del Reino de Dios. Mucha gente era testigo de los milagros y eso le creo fama en muchas regiones. Los galileos lo conocían y lo recibieron con gusto.

La primera señal que Jesús hizo en Caná de Galilea fue convertir el agua en vino en la boda. Para la gente les es más fácil creer cuando ve alguna señal milagrosa aunque algunos ni así. Había un hombre que tenía a su hijo enfermo gravemente en Capernaúm, trabajaba para el gobierno, era un funcionario real, pero no le importo el qué dirán por buscar ayuda en Jesús, se humillo y le rogó que sanara a su hijo, ésta fue la segunda señal en éste pueblo.

Vemos que el funcionario hizo tres cosas que reflejan su corazón:
(1) Tuvo fe; (2) Se humillo; (3) Le rogó con insistencia.

Nosotros también debemos considerarlo al acercarnos a Dios para clamar por ayuda, porque Él ve nuestro corazón, y sabiendo que Él rechaza al orgulloso, soberbio y arrogante. El funcionario demostró su total dependencia en Jesús y no había para él otra alternativa, por eso le rogó con insistencia.

Jesús no fue al lugar donde estaba el hijo del funcionario, sino que soltó la palabra de sanidad: “Tu hijo vive”, eso fue suficiente para el funcionario porque creyó con todo su corazón, su fe activó la Palabra de Jesús. Lo mismo sucede hoy cuando creemos en la Palabra revelada (Rhema) a nuestro corazón, nuestra fe la activa provocando la manifestación de las señales y maravillas.

La sanidad fue instantánea en el momento que soltó la Palabra Jesús y se mezcló con la fe del funcionario. Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre, lo mismo sucede cuando se mezcla la Palabra Rhema con nuestra fe. Esta escrito que las señales nos seguirán a todos los que creemos en Jesús. Marcos 16:17

¿Cuándo y cuál fue la última señal que Jesús hizo en ti y a través de ti?

Aprendamos de la actitud y la fe del funcionario real, porque la soberbia nos aleja de la manifestación milagrosa de las señales y maravillas de Dios. La incredulidad es fruto de la soberbia, por lo tanto renunciemos a la soberbia y arranquemos de nuestro corazón esa raíz en el nombre de Jesús.

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