NO AMEN AL MUNDO – 2
II. EL CORAZON
Jeremías 17:9 – No hay nada tan engañoso (lleno de mentiras), como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? - El corazón es lo más escondido y profundo de nuestro ser, y salen de ahí los buenos y malos deseos. Mateo 15:16 al 20
¿Qué hay en nuestro corazón?
¿Cuáles son los deseos de nuestro corazón?
Salmo 139:23 al 24
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.
- Nuestros pensamientos reflejan lo que hay en nuestro corazón. ¿Qué es en lo que más piensas? - - Los pensamientos pueden proyectar cosas buenas o malas.
- ¿Cómo son nuestros deseos? ¿Deseas con codicia? ¿Deseas lo prohibido?
- Si maquinamos los malos deseos en la imaginación, hay mucho riesgo de caer en la tentación.
- Practicar lo prohibido es pecado y nos hace perder la eternidad con Jesús.
- Debemos guardar nuestro corazón de la contaminación del mundo. ¿Cómo?
Guardamos nuestro corazón y lo mantenemos limpio a través de la obediencia fiel de la Palabra de Dios. Estamos en el mundo pero no somos del mundo. Su Palabra nos limpia y nos fortalece para alejarnos de la tentación. Por tal motivo, debemos leerla y practicarla todos los días.
Juan 17:13 al19, Juan15.3, Juan 14:15.
¿Estás dispuesto a que Dios examine y pruebe tus pensamientos?
Cuando Dios prueba tus pensamientos significa que te pone en circunstancias difíciles y adversas para ver qué piensas, qué hablas y qué haces. Dios ve si realmente obedeces Su Palabra aplicando los principios del Reino de Dios en la vida diaria. No quiere que vivamos un cristianismo místico sino practico.
Deuteronomio 8:1 al 6 – Dios probó el corazón del pueblo de Israel para ver qué había y si era obediente. Encontró soberbia y necedad, por eso Dios los humilló. El corazón de Israel se inclinaba a la idolatría entre otras cosas.
¿Tú corazón a qué se inclina más? ¿A las cosas de Dios? o
¿Al sexo, la mentira, la vanidad, el orgullo, al ocultismo, la borrachera…?
Dios nos ha dado Su Santo Espíritu, Su Palabra y Su Sangre para limpiarnos y así mantenernos.
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