domingo, 3 de febrero de 2008

LA MENTE RENOVADA

Enseñanza básica

INTRODUCCIÓN

En la lección cuatro vimos como Dios cambia instantáneamente al hombre, en su interior, al nacer de nuevo. Cuando un hombre acepta a Jesús como su Salvador y Señor, nace de las tinieblas a la luz. Él es liberado de la autoridad de Satanás y trasladado al Reino de Dios. Esto no es un proceso gradual de las tinieblas a la luz, o de la muerte a la vida; es un cambio interno instantáneo; Dios lo recrea y él llega a ser una “nueva criatura” en Cristo.

No obstante, se da un crecimiento y desarrollo en la vida del cristiano. Pedro dice: “Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). El nuevo nacimiento no significa que los que nacen de nuevo instantáneamente son maduros.

Hay un proceso que se lleva a cabo en la vida de cada creyente, Pablo lo llama”transformación”; externamente somos cambiados (nuestras acciones, nuestro obrar) a la imagen de la nueva criatura que Dios nos ha hecho ser internamente (2 Corintios 3:18). “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). Cuando un cristiano es transformado a través de la renovación de la mente crece “en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15).


EL HOMBRE – UN SER DE TRES PARTES

Antes de proseguir con este estudio de la transformación; investigaremos las tres partes del hombre. El hombre está compuesto por tres partes: espíritu, alma y cuerpo. El espíritu y el alma son distintos al cuerpo y esto se entiende por la simple observación. Lo que no se puede observar de esta forma es que el espíritu y el alma son distintos.

Hay ocasiones en que las escrituras usan la palabra “alma” para los dos, el espíritu y el alma juntos. Cuando se usa de esta forma, el “alma” se refiere a la parte del hombre que no se ve y que es eterna (Mateo 10:28; Hechos 2:27). Pero el alma y el espíritu del hombre no son lo mismo. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:23).

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu” (Hebreos 4:12). Estas escrituras nos muestran una diferencia entre el espíritu y el alma; igualarlos solo nos traerá confusión.


A. El hombre es un espíritu
Dios es un espíritu (Juan 4:24), y cuando Él creó al hombre a Su imagen, lo creó espíritu.
Así que el hombre también es espíritu. Aunque vemos con los ojos el cuerpo del hombre, el hombre verdadero está adentro. Pedro llama a esto “el interno, el del corazón” (1Pedro 3:4). Pablo lo llama “el hombre interior” (2 Corintios 4:16). Estas expresiones (el interno, el del corazón, el hombre interior) se refieren a lo mismo, se refieren al espíritu del hombre.

Cuando Adán pecó y cayó de la gracia de Dios fue su espíritu lo que murió “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). La muerte de la cual Dios hablaba era muerte espiritual.

Esta condición cambia radicalmente en el nuevo nacimiento. Cuando un hombre nace de nuevo, se convierte en una criatura totalmente nueva. El hombre interior, el del corazón llega a ser nuevo. Todas las cosas viejas que separaban al hombre de Dios y lo mantenían atado pasan (2 Corintios 5:17).

El nuevo nacimiento sucede en el corazón, en el hombre interior. El hombre nuevo está hecho a la semejanza de Dios “en la justicia y santidad” (Efesios 4:24). Ya que Dios es un espíritu, es el espíritu del hombre el que está en contacto y en comunión con el Padre. “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). Es a través de nuestro espíritu que tenemos comunión con Dios y somos guiados por Él. Así que esta es la parte que fue recreada.


B. El hombre tiene un alma
La palabra “alma” (cuando se usa separada del espíritu) se refiere a la mente del hombre (intelecto), y a sus emociones. El efecto de la caída del hombre sobre su mente y sus emociones fue de corrupción. Hizo que el hombre pensara y sintiera contrario a la forma como Dios piensa. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (Isaías 55:8).

Antes de que un hombre nazca de nuevo, su mente y sus emociones están controladas por un espíritu no regenerado. Así pues, está programado conforme a los valores del mundo. Ideales mundanos son naturales a este tipo de mente ya que está entrenada de esa forma.

El nuevo nacimiento da al hombre un corazón completamente nuevo; uno que está de acuerdo con Dios y desea hacer su voluntad. Como hemos dicho esto es un hecho instantáneo. Pero su mente y emociones (alma) deben ser renovadas a través de la Palabra de Dios, por el poder del Espíritu Santo. Esta renovación de la mente es el “proceso de maduración” en el cual la mente y las emociones son entrenadas para alinearse con Dios y entrar en comunión con su mismo espíritu recreado.


C. El hombre vive en un cuerpo
Mientras que nuestro espíritu ha nacido de nuevo nuestra mente está renovando, seguimos viviendo en cuerpos mortales, y seguiremos así hasta que regrese Jesús. Al regreso de Jesús, todos los que estén vivos serán transformados “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Corintios 15:51-53). Pero, esto de cambiar lo mortal por lo inmortal no ocurrirá hasta la segunda venida de Jesús.

El cuerpo es la tienda, la morada del espíritu y del alma del hombre. Los apóstoles Pablo y Pedro expresaron claramente esta convicción en sus epístolas “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos... pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintios 5:1, 8), “Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado” (2 Pedro 1:13-14).

En ambos pasajes está claro que los apóstoles tomaron sus cuerpos simplemente como moradas de sus espíritus. La verdadera “persona” no era su cuerpo físico, sino el espíritu y el alma dentro del cuerpo.

Mientras que él estaba vivo y presente en el cuerpo, Pablo dijo que hacía algo con su cuerpo: “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27). Cada cristiano tiene la responsabilidad de controlar los apetitos de su cuerpo y ponerlo en servidumbre.

Un cristiano que pasa toda su vida en la tierra regido y dominado por su cuerpo va a ser descalificado para recibir el premio. Aquí el premio no es la vida eterna; pues la vida eterna se recibe al nacer de nuevo. El premio es la recompensa que todo cristiano recibirá de Dios por las obras hechas mientras estaba en el cuerpo (2 Corintios 5:10). Esto se discutirá de una manera más profunda en las siguientes lecciones.

Así como el hombre está formado por tres partes, su redención también consta de tres partes. El espíritu del hombre es completo y totalmente redimido cuando acepta a Jesús como su Señor y Salvador. Esta obra es instantánea.

La mente y las emociones del hombre deben ser renovadas por la Palabra de Dios. Esto es el proceso de maduración cristiana. El cuerpo del hombre no será redimido de la mortalidad (muerte física inevitable) hasta la segunda venida (cuando Cristo regrese por su Iglesia). Mortalidad quiere decir que este cuerpo debe morir.

No quiere decir que debe sufrir enfermedad mientras vivimos en él. Isaías 53:3-4 y Mateo 8:17 establecen explícitamente que la liberación de la enfermedad es parte de la expiación hecha por Cristo. Cuando un cristiano vive en su cuerpo mortal; tiene el derecho dado por el pacto, de vivir libre de la enfermedad.


¿POR QUÉ NECESITAS RENOVAR TU MENTE?

En la lección número cuatro vimos que el nuevo nacimiento da como resultado una nueva criatura a la hechura de Dios. Esta nueva criatura es participante de la naturaleza Divina de Dios (2 Pedro 1:4), y ha sido hecha justicia de Dios (2 Corintios 5:21). Si usted ha nacido de nuevo, es una nueva criatura. El poder de Dios se ha manifestado a favor suyo y lo ha recreado internamente.

Pero todavía hay una transformación que debe realizarse en la vida de todo creyente. Esa transformación es un proceso (a diferencia del nuevo nacimiento, que sucede instantáneamente cuando creemos) que ocurre mientras el creyente comienza a tener su mente y sus emociones renovados y llega a saber quién es en Cristo y todo lo que Cristo ha hecho por él.

“Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Proverbios 23:7). La forma como un hombre piensa de sí mismo determinara el estado en que vive. Si su mente y sus emociones sólo ven derrota y miseria, entonces eso es lo que va a experimentar. Tiene que suceder una renovación en la cual el creyente comience a verse tal como Dios lo ve. Entonces el estado en que vive estará de acuerdo a la Palabra y la Voluntad de Dios.


A. La corrupción del alma
La mente y las emociones del creyente deben sufrir una transformación ya que estaban corruptos. Esta corrupción aconteció porque el alma estaba dominada por un espíritu no regenerado, extraño a Dios.

Antes de nacer de nuevo, la mente y las emociones del hombre están programadas para pensar, sentir y responder en forma contraria a Dios y Su Palabra. Su alma aprendió a pecar, aprendió como llegar a la depresión y tener lástima de sí mismo. En otras palabras aprendió las normas del mundo y se programó de acuerdo a los dictados de éste.

1. Actuando por vista
Una de las formas como el alma del hombre está entrenada a actuar es por la vista. Las mentes de la mayoría de los hombres están entrenadas para creer sólo lo que pueden ver o experimentar a través de los sentidos. Para la mente no renovada lo que se ve constituye la realidad y no hay otra realidad fuera de lo que puede ver. Así, la mente no renovada (el hombre natural) es incapaz de comprender las cosas de Dios ya que parecen tontas o irreales (1 Corintios 2:14).

2. Viviendo por las emociones
La mente no renovada también está entrenada para vivir por las emociones. La gente iguala su identidad con la forma como se sienten en determinado momento. Si no se sienten amados, suponen que no son amados. Si se sienten rechazados, toman el rechazo como una realidad. Generalmente usan sus estados emocionales como punto de referencia para determinar quienes son y que tienen.

Podemos ver como las emociones del hombre y la verdad de la Palabra de Dios no siempre están de acuerdo. La Biblia dice que somos aceptados en el amado (efesios 1:6), que somos más que vencedores (Romanos 8:37) y que ninguna arma forjada contra nosotros prosperará (Isaías 54:17). Pero muchos creyentes no sienten que son aceptados por Dios o que son vencedores. Muchas veces se sienten rechazados o derrotados.

Cuando se le permite escoger a la mente no renovada, entre creer en lo que puede ver (experiencia física) y en creer la Palabra de Dios, siempre escogerá creer lo que puede ver.

B. Su mente no nace de nuevo
Jesús dijo: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). La experiencia a la cual El se refirió sucede en el espíritu. El espíritu del hombre es trasladado de las tinieblas a la luz, y de la muerte a la vida. El cambio sucede en un momento, en el instante que el hombre recibe a Jesús como su Señor.

No se puede decir lo mismo sobre la mente y las emociones. La mente y las emociones del hombre no nacen de nuevo, deben ser renovadas por la Palabra de Dios. Siempre hay una reacción emocional en el nuevo nacimiento, pero esto no es sinónimo de mente renovada. Aún después de que el espíritu ha sido recreado, muchos patrones de pensamientos viejos permanecen. El proceso para borrar los patrones de pensamientos viejos se llama “renovación de la mente”.


TRANSFORMADO A LA MISMA IMAGEN

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). Pablo les dijo a los creyentes (nuevas criaturas) “No os conforméis a este siglo”. Es posible que una persona que haya nacido de nuevo, externamente está conformada a su manera anterior de vivir y pensar. Este conformarnos al mundo es un proceso continuo con el cual nos alejamos de Dios y de su vida.

Para el cristiano no existe tal cosa como una condición de vida cristiana estacionaria: está acercándose a Dios, conformándose a la imagen de su Hijo, o está alejándose de Él, en conformidad con el mundo. Vivimos en un mundo donde hay una corriente que va en dirección opuesta a Dios y si un creyente decide “descansar” será arrebatado y arrastrado por esta corriente, y gradualmente estará conformándose a este mundo y sus principios. Con Dios no podemos dormirnos sobre los laureles: estamos transformándonos a través de la renovación de la mente o nos estamos conformando a este mundo.

Pero, a medida que el pensamiento de una persona se cambia a la forma de pensar de Dios (esto es, al ser renovada su mente), comienza a darse una transformación exterior. Esta transformación es también un proceso continuo en el cual la obra interna del nuevo nacimiento comienza a manifestarse externamente en la vida del creyente. En este proceso los pensamientos y acciones del creyente (esto es: su actuación externa) cambian, llegando a ser más y más como los de Cristo.

El hombre interior justo se hace visible a los demás cuando se le permite manifestarse a través del carácter y la personalidad de la persona. Lea 2 Corintios 3:18 y Santiago 1:22-24.


A. La verdadera reflexión
Si has nacido de nuevo, tus pensamientos y emociones no son siempre una guía o reflexión verdadera de lo que eres internamente. A veces los cristianos se desalientan al creer que sus emociones y pensamientos negativos son una reflexión de lo que verdaderamente son. Hay solo una reflexión verdadera y esa reflexión no viene de las emociones de la persona, sino de la Palabra de Dios.

1. El espejo de la Palabra
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). Cuando una persona mira a un espejo, se ve él mismo. Pero, esta escritura dice que vemos la gloria de Dios como en un espejo. La razón es que este espejo refleja la gloria de Dios dentro de nosotros. Vemos la gloria de la nueva creación que Dios nos ha hecho ser.

El espejo es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios nos presenta claramente un retrato de quienes somos en Jesucristo y de todas las cosas que nos pertenecen en Él. Al mirar intensamente en ese espejo y contemplar al hombre interno del corazón, comienza a ocurrir una transformación: comenzamos a ser como la imagen que estamos mirando, nuestro actuar externo comienza a conformarse a lo que vemos en la Palabra de Dios.

2. Poder para actuar
“Porque en otros tiempos erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8). El poder para andar como un hijo de luz le llegará cuando el creyente de como un hecho en su mente y en su corazón que Él es un hijo de luz. Esa seguridad de que uno es una nueva criatura sólo puede llegar al mirar intensa y constantemente dentro de la Palabra de Dios. Sin el espejo de la Palabra seríamos esclavos de la ignorancia; la única reflexión que tendríamos de nosotros mismos sería de la mera apariencia externa.

3. Hechos simples
Aquí hay unos hechos bíblicos simples, referentes a quienes somos en Cristo y todas las cosas que tenemos en Él.
· Eres una nueva criatura en Cristo (2 Corintios 5:17).
· Eres participante de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4).
· Se te han dado todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad (2 Pedro 1:3).
· Estás libre del poder del pecado (Romanos 6:6).
· Estás redimido de la maldición de la pobreza y enfermedad (Filipenses 4:19; Mateo 8:17).
· Eres más que vencedor por medio de Cristo (Romanos 8:37).
· Estás lleno del amor de Dios (Romanos 5:5).
· Estás sentado con Cristo en lugares celestiales (Efesios 2:6).
· Has sido bendecido con toda bendición espiritual (Efesios 1:3).

Estas afirmaciones acerca de nosotros en la Palabra de Dios son una verdadera reflexión de quienes somos verdaderamente. Nos muestran la forma como Dios mismo nos ve, ya que son comentarios sobre la obra que Él efectuó en el Calvario. Estas escrituras realmente nos reflejan al hombre interno del corazón, el espíritu en nuestro interior que fue recreado cuando nacimos de nuevo.

4. Realidades que no cambian
Aunque los pensamientos y emociones de la persona respecto a sí misma cambian diariamente, la Palabra de Dios nunca cambia. Así, el reflejo del hombre interior del corazón siempre será el mismo, sin importar como se sienta el creyente. Ya sea que el creyente se sienta rechazado o aceptado, la Palabra siempre dice que él es acepto en el amado. Ya sea que se siente como un perdedor o un vencedor, la Palabra siempre dice que es más que vencedor.

La Palabra de Dios es permanente; nunca cambia. De igual manera, es el hombre interior, no cambia día tras día sino que siempre es el mismo: siempre está libre, redimido, sano, lleno con el amor de Dios, bendecido y es más que vencedor.

B. Mirar intensamente al espejo
En Santiago 1:22-24 encontramos otra vez la alegoría del espejo. Aquí también el espejo es la Palabra de Dios donde el hombre ve su reflejo. Pero en este pasaje de la escritura se describe a dos hombres: uno es un hombre que oye la Palabra, pero no actúa (el oidor olvidadizo); el otro es el hombre que oye la Palabra y actúa (el hacedor de la Palabra).

1. El oidor olvidadizo
Este hombre se ve en el espejo y luego se va, e inmediatamente olvida qué clase de hombre es. La lectura informal y esporádica de la Palabra de Dios, no produce un efecto perdurable en este hombre, puesto que se le olvidó todo lo que oyó. Muchos creyentes son como este hombre, leen la Palabra de Dios (ese espejo refleja lo que verdaderamente son) pero pronto olvidan la imagen que vieron; son oidores olvidadizos. Son fácilmente movidos de sus convicciones por emociones o pensamientos contrarios, ya que miran al espejo de la Palabra de Dios esporádicamente. Así pues, rara vez actúan de modo que refleje al hombre nuevo, porque han olvidado como se ven.

2. El hacedor de la Palabra
Este hombre mira intensamente dentro de la perfecta ley de la libertad. Su mirar no se distrae con otros pensamientos o emociones sino que permanece en la Palabra. Puesto que continúa mirando directamente al espejo, ve más claro quién es en Cristo y no llega a ser un oidor olvidadizo. Es un hacedor de lo que ve.

Este hombre es capaz de actuar según el hombre que ve internamente. Uno no puede ser un buen hacedor si no mira intensamente al espejo. Cuando una persona mira continuamente al espejo y medita en lo que ve, encontrará fácil actuar según el hombre que observa; lo encontrará natural como la nueva criatura que verdaderamente es.

3. Viviendo y actuando
Vimos en 2 Corintios 3:18 que al mirar en el espejo (esto es la Palabra de Dios) la gloria que Dios ha puesto en nosotros, somos (externamente) cambiados a esa imagen gloriosa. Uno debe tener claro quien es esa nueva criatura antes de ser capaz de actuar como ella. Al comenzar a aclararse el retrato llega el momento en que el creyente tiene que ACTUAR. Puede continuar mirando intensamente pero será inútil hasta que la persona decida comportarse como la nueva criatura que ve.

Muchos cristianos ponen la carreta delante del caballo y tratan de actuar como una nueva criatura antes de saber que ya lo son. No se puede actuar como una nueva criatura para llegar a ser una, es imposible. Lo único que hará que una persona, actúe como una nueva criatura es el saber que Dios la ha hecho una nueva criatura, otros cristianos ponen el caballo y la carreta en el orden correcto; pero no ponen el caballo a caminar.

Cuando la imagen del hombre interno se está aclarando (se aclarará más y más con el correr del tiempo), llega la responsabilidad de tener que actuar. El creyente debe poner fe en el hecho de que lo que dice la Palabra es la verdad y actuar sobre esta base.


C. La verdad os hará libres
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Al conocer la verdad acerca de uno encontramos libertad y liberación de ataduras. Si permanecemos en la Palabra de Dios (ese espejo que refleja nuestra nueva naturaleza interna) entonces conoceremos la verdad de quienes somos en Jesucristo. Entonces ese conocimiento tendrá un efecto sobre nosotros; nos liberará para actuar como nuevas criaturas.

El conocimiento que viene a través de permanecer en la Palabra es un conocimiento que renovará nuestra mente; cambiará la forma como pensamos del patrón de pensamientos del mundo al patrón de pensamientos de Dios. Cuando Dios dijo: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos”, no quiso decir que Él quería que continuaran así. El deseo de Dios es que nuestros pensamientos se alineen con sus pensamientos para que nuestros caminos se alineen con Sus caminos.


D. El poder del Espíritu Santo
Nosotros tenemos una parte activa en esta transformación ya que se nos hace responsables de mirar atentamente al espejo (que es la Palabra de Dios) y actuar conforme a lo que hemos visto allí. Pero nunca debemos olvidar que la transformación que se lleva a cabo es obra del Espíritu Santo (Tito 3:5). El Espíritu Santo es El que renueva nuestra mente al enseñarnos lo que la Palabra de Dios nos promete (1 Corintios 2:12). El Espíritu Santo es El que nos transforma a la imagen de la nueva criatura reflejada en la Palabra. Nosotros somos... “transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).


SUMARIO. LA MENTE DE CRISTO

La mente no renovada es aquella que cree solo en lo que ve. Anda por vista, no por fe. De modo que es contraria a Dios y a sus caminos (Isaías 55:8). Mientras que la mente está en comunión con un espíritu no regenerado, aprende a pensar en caminos que no son los caminos de Dios; está entrenada para temer y dudar.

Cuando un hombre nace de nuevo su espíritu es recreado, pero su mente permanece igual que antes. Así que debe llevarse a cabo un proceso en esa mente no renovada, por medio del cual sea renovada de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios. A como el nuevo creyente medita en las Escrituras y se llena con los pensamientos de Dios, su mente no renovada comenzará a cambiar. Comenzará a pensar como Dios; en la línea de fe, esperanza y amor; comenzará a pensar como la mente de Cristo.

Al renovar la mente del creyente, sus acciones y su actuar externo también comenzarán a cambiar. Comenzará a actuar más y más como Jesús, ya que está hecho a su imagen. Al ver claramente esa nueva creación justificada que se refleja en el espejo de la Palabra encontrará fácil actuar de acuerdo a la imagen que está mirando de continuo.

EL ESPEJO DE LA PALABRA DE DIOS
(Para meditación diaria)

Estoy completo en El que es la cabeza de todo principado y potestad. Colosenses 2:10.

Estoy vivo con Cristo. Efesios 2:5.

Estoy libre de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8:2.

Estoy lejos de opresión, y el temor no se me acercará. Isaías 54:14.

Soy nacido de Dios, y el maligno no me toca. 1 Juan 5:18.

Soy santo y sin mancha delante de Él en amor. 1 Pedro 1:16; Efesios 1:4.

Tengo la mente de Cristo. Filipenses 2:5; 1 Corintios 2:16.

Tengo la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. Filipenses 4:7.

Tengo al Supremo viviendo en mí; mayor es el que esta en mí que el que está en el mundo. 1 Juan 4:4.

He recibido el don de la justificación y reino como un rey en vida por Cristo Jesús. Romanos 5:17.

He recibido el espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de Jesús, los ojos de mi entendimiento están alumbrados. Efesios 1:17-18.

He recibido el poder del Espíritu Santo: imponer manos sobre los enfermos y verlos sanar, echar fuera demonios, hablar nuevas lenguas; tengo poder sobre todas las fuerzas del enemigo y nada puede hacerme daño. Marcos 16:17-18; Lucas 10:17-19.

He desechado el hombre viejo y recibido el hombre nuevo, que está renovado según el conocimiento en la imagen de El que me creó. Colosenses 3:10.

He dado, y se me da medida buena, apretada, remecida y rebozando en mis regazos. Lucas 6:38.

No tengo necesidad pues mi Dios suple todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19.

Puedo apagar todos los dardos de fuego del enemigo con mi escudo de la fe. Efesios 6:16.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.

Haré obras aún mayores que las que hizo Jesús. Juan 14:12.

Anunciaré las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9.

Soy hijo de Dios – he renacido, no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de

Dios que vive y permanece para siempre. 1 Pedro 1:23.

Soy hechura de Dios, creado en Cristo para buenas obras. Efesios 2:10.

Soy una nueva criatura en Cristo. 2 Corintios 5:17.

Tengo un espíritu vivo para Dios. 1 Tesalonicenses 5:23.

Soy un creyente, y la luz del evangelio brilla en mi mente. 2 Corintios 4:4.

Soy hacedor de la Palabra y bienaventurado en mis acciones. Santiago 1:22, 25.

Soy co-heredero con Cristo. Romanos 8:17.

Soy más que vencedor por medio de aquel que me ama. Romanos 8:37

Soy un vencedor por medio de la sangre del Cordero y de la palabra de mi testimonio. Apocalipsis 12:11.

Soy participante de Su naturaleza divina. 2 Pedro 1:3-4.

Soy embajador de Cristo. 2 Corintios 5:20.

Soy parte de un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido. 1 Pedro 2:9.

Fui hecho justicia de Dios en Cristo Jesús. 2 Corintios 5:21.

Soy templo del Espíritu Santo; no me pertenezco a mí. 1 Corintios 6:19.


Soy cabeza y no cola, estoy encima solamente, y no debajo. Deuteronomio 28:13.

Soy la luz del mundo. Mateo 5:14.

Soy su escogido, lleno de misericordia, benignidad, humildad y paciencia. Colosenses 3:12; Romanos 8:33.

Fui perdonado de todos mis pecados y lavado en la Sangre. Efesios 1:7.

Fui liberado de la maldición del pecado, de la enfermedad y de la pobreza. Gálatas 3:13; Deuteronomio 28:15-68.

Estoy firmemente arraigado, sobreedificado en él, confirmado en la fe, abundando en acciones de gracia. Colosenses 2:7.

He sido llamado por Dios para ser la voz de Su alabanza. 2 Timoteo 1:9; Salmo 66:8.

Fui sanado por las heridas de Jesús. 1 Pedro 2:24; Isaías 53:6.

Fui resucitado con Cristo y estoy sentado en lugares celestiales. Colosenses 2:12; Efesios 2:6.

Soy grandemente amado por Dios. Colosenses 3:12; Romanos 1:7; 1 Tesalonicenses 1:4; Efesios 2:4.

Estoy fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de su gloria. Colosenses 1:11.

Estoy sometido a Dios: y el diablo huye de mí porque lo resisto en el nombre de Jesús. Santiago 4:7.

LA MENTE RENOVADA - PREGUNTAS DE ESTUDIO

1. ¿Qué significa “transformarte”? Romanos 12:2
2. ¿Qué es renovar la mente?
3. Explique: La redención en tres partes.
4. La Palabra de Dios es un espejo. 2 Corintios 3:18; Santiago 1:22-24. ¿Qué significa?
5. ¿Por qué es necesario renovar la mente?

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