jueves, 8 de noviembre de 2007

SERVICIO

CONTENIDO:

1. Dios ama las multitudes
2. Los desafíos de Dios
3. Trabajando por las multitudes
4. De ladrillero a conquistador
5. Soñando con multitudes
6. Esforzados y valientes
7. Convicción, compromiso y carácter


Tema 1
DIOS AMA LAS MULTITUDES

EL DIOS DE BENDICIÓN Y MULTIPLICACIÓN

Para concebir la visión debemos conocer el corazón de Dios. Mientras no se conoce el corazón de Dios, difícilmente se sabe si la visión viene de Él o no. Pero cuando se conoce a Dios se reconoce la visión que viene de Él.

El mandato de Dios para su pueblo siempre ha contenido una orden de multiplicarse. Él le ha dado esta orden a cada generación que se levanta. Pero ésta no se ha dado sin que Dios los haya bendecido primero. A todos los que Dios llamó les dijo que los iba a bendecir y los iba a multiplicar. Dios es un Dios de bendición.

No hay ningún padre que ame a sus hijos y no los bendiga, y a todos los que Dios ama, bendice. Donde hay amor hay bendición, y donde hay bendición habrá multiplicación. La visión y los grupos son para bendecir a las personas. El mundo está buscando en dónde se puede descargar, en dónde haya bendición.


Algunos ejemplos de la bendición y la multiplicación son:

> Adán y Eva en el huerto del Edén - Génesis 1:28
> Noé, después del diluvio - Génesis 9:1
> Abraham, cuando fue llamado - Génesis 17:6; Isaías 51:2
> El pueblo de Israel, bajo Moisés - Deuteronomio 7:12-13
> Una promesa cumplida en Jesús - Isaías 53:8; Apocalipsis 5:11-12
> Los primeros discípulos - Hechos 6:7

Todos tenemos una promesa de una gran descendencia espiritual y ésta llegará. Debemos creerle a Dios por la multiplicación de la misma manera que le creímos por el perdón o por la sanidad. Aquellos que le creen a Dios se esforzarán por alcanzar las multitudes para Él. La gente se opone al crecimiento cuando no es parte de éste.


COMPRENDIENDO EL ALCANCE DE DIOS

> La visión de Dios es discipular a naciones enteras. Jesús, antes de ascender al cielo, nos dejó el mandato de ir y hacer discípulos a las naciones (Mateo 28:19).

> Dios ha prometido que naciones se convertirán a Él. Si la Biblia profetiza esto y además nos dice que discipulemos a las naciones, es porque Dios espera que todos en una nación se conviertan a Él (Zacarías 2:11).

> Por eso el Señor nos dijo: “Pídeme, y como herencia te entregaré las naciones;…” Por lo tanto debemos orar constantemente para que Dios nos dé nuestra nación y las demás para Cristo (Salmo 2:8).

> Dios quiere esta nación entera. Por lo tanto no debemos tener miedo de crecer mucho. ¡Tengamos la convicción de que Dios nos dará esta ciudad y esta nación para Cristo!

> Cristo prometió que el poder del Espíritu Santo vendría y nos haría testigos suyos a todas las naciones (Hechos 1:8). Por eso no nos puede gustar más la unción que la visión, pues la unción es para que cumplamos con la visión. La misma unción nos trae el deseo de testificar.


DIOS, LAS MULTITUDES Y TÚ

La visión de Cristo es la cosecha de multitudes. El dijo: “¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura” (Juan 4:35); y también dijo: “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.” (Mateo 9:37-38).

La cosecha ya está lista para ser recogida. Si el apóstol Pablo pudo llenar Asia con el evangelio es pocos años, hace mucho tiempo que nosotros ya hubiéramos podido ganar nuestra nación y el mundo para Cristo.

Dios ha derramado de su Espíritu pero su pueblo no ha querido tomar su visión. Lo que Dios no ha encontrado es gente dispuesta a abrazar la visión que Jesús dejó desde que Él ascendió a los cielos. El Señor nos ha bendecido y nos ha dado la orden de multiplicarnos. ¿Serás tú de aquellos que cumplan con el deseo y los sueños de Dios? Juan 4:34-35; Mateo 9:37-38.

Debemos alzar nuestros ojos y ver que la cosecha ya está lista. Cuando tu visión está en las cosas de arriba, en Cristo sentado a la derecha del Padre, verás como Él mira. Verías una multitud perdiéndose sin ser alcanzada.

Si entramos en la presencia de Dios le oiríamos hablar de las almas. Tan ardiente es su deseo por las almas que ni a su Hijo escatimó, sino que lo envió para salvarlas. Con ese mismo deseo ardiente nos está esperando en oración para hablarnos de las almas y del modelo bíblico para ganarlas.

La visión bien transmitida a gente que verdaderamente desea hacer la voluntad de Jesucristo, no produce ni temor ni duda, sino una profunda emoción de haber encontrado la manera de hacer que más personas vayan al cielo y sirvan a Jesús y no vayan al infierno. En la medida que conozcas más el corazón de Dios conocerás el por qué de la importancia de la visión. Cuando tu deseo es el mismo deseo de Dios, tu visión será la misma visión de Dios.


Tema 2
LOS DESAFIOS DE DIOS

Introducción

En Apocalipsis 21:1-14 describe que hay cosas bellas en el y según lo que está escrito, la vamos a pasar muy bien en el cielo. Sin embargo, hay cosas gloriosas aquí en la tierra que Dios ha preparado para cada uno de nosotros.

Jesucristo viene más pronto ahora, de cuando fue escrito el Apocalipsis y vemos que todo lo que allí se describe está aconteciendo: cosas buenas y cosas malas. Existen personas que se agarran de esta escritura como consuelo y como excusa para no hacer aquí en la tierra, esperando el futuro venidero.

Nosotros debemos ser personas que siempre vamos mejorando; quien se estanca, realmente va para atrás. La actitud de proseguir debe correr en nuestras venas.

La Biblia nos enseña que de acuerdo a la obra que hagas, así será también tu recompensa. Estas recompensas son los galardones. Si la obra permaneciera, serás recompensado. No podemos decirle a Jesús “no, gracias, no espero recompensa de tu parte”, pues dejaríamos al Señor con los regalos en la mano.

No hay quien ame la venida del Señor que no trabaje para verla, pues el Señor dijo que el fin sería hasta que este evangelio sea predicado a todas las naciones. Por eso el apóstol Pablo decía: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a í, sino también a todos los que son amor hayan esperado su venida.” (2 Timoteo 4:7-8).

Las obras que se realizan tienen nombre, pues hablamos de las vidas de cada uno que es salvo y es formado como discípulo. Pablo realizó obras: Tito, Timoteo, Enésimo, Filemón, etc. ¿Cómo se llaman tus obras?

LOS DESAFÍOS IMPLICAN PAGAR UN PRECIO

El apóstol Pablo tuvo un día que escoger entre irse al cielo o quedarse en la tierra predicando el evangelio. El había sufrido muchas adversidades, en peligros de muerte, en naufragios, cárceles, hambre, falsos hermanos, etc. Pero también había sido llevado al tercer cielo a escuchar y ver cosas maravillosas.

El ya había probado que podía encontrar en ambas partes. Y aún después de haber visto las maravillas del tercer cielo dijo que no sabía qué escoger, si estar en el tercer cielo sin pasar problemas si quedarse aquí aún con las dificultades. El escogió quedarse predicando el evangelio a más personas para que más personas fueran salvas.

Pablo está ahora en el cielo sin pasar por las tribulaciones mencionadas anteriormente; pero tampoco tiene el desafío de llenar todo un continente de la Palabra del Señor.

Si tú no quieres pasar incomodidades, desvelos y hambre, pídele a Dios que te recoja, pues mientras estás en la tierra vas a pasar adversidades por seguir a Jesús o por huir de él. Aquí en la tierra es donde se hace la diferencia entre una persona y otra, y la diferencia entre lo que ambas van a recibir en el cielo.

Aquí es donde se necesita fe para sanar enfermos, liberar cautivos, salir de deudas, hacer milagros y ver la mano de Dios moverse con poder. Aprovecha esta vida para que sea mejor tu galardón en el cielo.

Dios tiene desafíos grandes para nosotros, y el tuyo será tan grande como tú creas. El día que Dios te llame solamente a cosas sencillas y fáciles, es porque dejó de confiar en ti. No te preocupes si hay más trabajo o los retos que Dios te pone son más grandes de lo que esperabas; siéntete honrado que no busque a nadie más y te haya escogido a ti.

Dios nunca hace los sueños realidad de alguien que no trabaje para verlos cumplidos. ¿Por qué tanta queja del trabajo en el servicio a Dios y el horario? No busques tanto una comodidad; no sea que el desafío se vaya también con ella. No hay edad para dejar de tener desafíos.

Tu cuerpo se puede desgastar, pero Pablo dijo que mientras nuestro hombre exterior se desgasta, el interior se fortalece. “Por tanto, no nos desanimemos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día con día.” 2 Corintios 4:16.


EJEMPLOS DE PERSONAS QUE ACEPTAN DESAFÍOS

Existen muchos otros ejemplos de personas que aceptan desafíos de Dios escritos en la Biblia, las cuales están mucho mejor disfrutando de la gloria de Dios y sin pasar más penas:

> Abraham posiblemente está en la presencia de Dios, contando las estrellas en el cielo y viendo su gran descendencia; sin embargo, ya no tiene el desafío de usar su cuerpo como casi muerto para engendrar un bebé en el vientre de una mujer estéril, del cual saldría una nación entera.

> Moisés ha de estar muy bien sin tener que atender un pueblo quejándose todo el tiempo; pero ya no tiene que esperar un maná del cielo y guiarse por una nube enviada por Dios, lo cual fue glorioso también.

> Josué ha de estar adorando en el tabernáculo hermoso de Dios, pero ya no tiene el desafío de conquistar una ciudad amurallada y llevar al pueblo a poseer la tierra prometida. Este desafío no sólo era grande, sino parecía una locura. Donde la razón te deja tirado, la fe te acompaña.

> Gedeón ha de estar disfrutando de una mesa servida para él comiendo con el Señor; sin embargo ya no tiene el reto de vencer a un ejército de miles con tan sólo 300 hombres.
Sansón ha de disfrutar que su nombre está escrito en hebreo dentro de los héroes de la fe; pero ya no tiene un pueblo que libertar de la mano de los filisteos.

> Elías está vivo, pues según las escrituras no vio muerte, pero su desafío quedó en el Monte Carmelo.

Hubo muchos más que aceptaron desafíos de parte de Dios escritos en la Biblia: Nehemías, David, Daniel, Pedro, Juan, etc. Todos ellos están en la presencia de Dios ahora, sin tener que pasar por pobreza, desvelos, hombre, escasez, dolor, persecución o angustia. Sin embargo, tampoco tienen desafíos nuevos que enfrentar.

Todos ellos fueron personas que aprendieron a decir sí a los desafíos de Dios, a caminar con Él, a decir sí a sus peticiones y a ver sus milagros.


Graba esto en tú corazón:

“A ti nadie te ha dado el derecho de que un día se te entierre sin haber dado todo lo que tenías que dar. No tienes el derecho de enterrar el potencial que Dios te dio, sin haberlo explotado para exaltarlo y extender Su Reino aquí en la tierra”.


El desafío es muy similar a un embarazo: placentero cuando se recibe, delicado cuando se está gestando y doloroso mientras se da a luz. Sin embargo, cuando se contempla el fruto de ese proceso, nos damos cuenta que valió la pena el esfuerzo, los riesgos y estamos dispuestos a volver a vivir otro embarazo.


Tema 3
TRABAJANDO POR LA MULTITUDES

Donde hay vida hay crecimiento. El crecimiento es inevitable donde hay bendición, pero es evitable crecer desorganizado.

Dios trabaja en equipo y tiene un orden para hacerlo. Debemos comprender el oficio de cada uno dentro de la congregación, el del Director y el de las ovejas. La Biblia dice: “Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo.” (Efesios 4:11-16).

El Director fue constituido por Dios para equipar a las ovejas de la congregación para que éstas hagan la obra del ministerio.


LA BENDICIÓN DE TRABAJAR ES PARA TODOS

En el principio: Adán

Desde el principio Dios le dio un huerto al hombre para cuidar de el y cultivarlo. Dios le dio trabajo. El trabajo dignifica al hombre, produce carácter en él y satisfacción cuando termina lo que ha iniciado, y es el medio usual por el cual Dios provee nuestro sustento. Génesis 2:8.

Hoy nosotros:

El Señor le ha dado a su pueblo una viña en la cual servir. Al ser salvos, Dios nos devuelve la bendición de trabajar nuevamente para Él, recogiendo la cosecha, de la misma forma que Adán cultivaba el huerto del Edén. Debemos esforzarnos en la obra de Dios, pues la Gran Comisión implica trabajo.

Las jornadas de trabajo de Jesús eran de doce horas diarias, y de seis días a la semana. Si trabajas ocho horas diarias y cinco días a la semana, puedes dedicar las otras cuatro horas del día de trabajo a servir a Dios, así como el día que te queda libre. Una persona que trabaja cinco días a la semana y ocho horas diarias podría llegar a trabajar hasta treinta y dos horas más a la semana, si siguiera éste principio del Señor. Mateo 20:1-15; Juan 9:4, Éxodo 20:9.


DIOS TRABAJA EN EQUIPO

Dios realiza su obra en sociedad con el hombre. El espera que también nosotros trabajemos en equipo con otros, como un cuerpo en el que cada miembro se ayuda. Todos somos importantes para levantar la cosecha y cada uno puede cumplir una función especial dentro del equipo. No debemos envidiar a aquellos a quienes Dios bendice y honra, sino debemos gozarnos con aquellos a quienes Dios bendice en la obra. 1 Corintios 12:1-31; Romanos 12:1-18.
Dios establece primero autoridades

Siempre que Dios va a hacer una obra en equipo comienza estableciendo la autoridad que la va a presidir. Antes de iniciar su obra Dios establece las autoridades a quienes les da la visión y son los responsables de transmitirla al pueblo. A través de ellos Dios prueba quienes en su pueblo son sujetos y quienes rebeldes, a quienes puede usar y a quienes no. Ejemplo de esto son:

> Primero creó a Adán, luego a Eva.

> Primero llamó a Abraham y de él salió el pueblo de Israel.

> Llamó a Moisés, luego sacó al éxodo al pueblo de Israel.

> Primero levantó a Josué y después fue la conquista de Canaán.

> Trató antes con David y luego estableció el reino que Él deseaba para Israel.

> Levantó a Nehemías y después fue la reconstrucción del Templo.

> Primero vino Jesús, luego nació la Iglesia.

En la iglesia es igual, primero Dios trata con el pastor y luego nace la congregación. Hasta que el pastor no cree, no nace aquella iglesia gloriosa que Dios desea.


SOMOS ADMINISTRADORES DE DIOS

No basta tener bendición y multiplicación, hay que tener organización. Si no mantenemos en el orden debido aquello que es de bendición, puede tornarse en algo malo. Los siervos de Dios son administradores y mayordomos del Señor y deben ser hallados fieles. Todo administrador está puesto para hacer crecer el patrimonio de la iglesia. No debemos dejar que el éxito sea una casualidad.

1 Corintios 4:1-2 “Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza.”

Para servir a Dios debemos realizar los pasos de una buena administración, los cuales son la planificación, la organización, la ejecución y la supervisión. Él mismo nos ha dado ejemplo:

Dios es un buen planificador:

> Él envió a su Hijo cuando vino el cumplimiento del tiempo que Él había previsto (Gálatas 4:4).

> Él preparó de antemano las buenas obras en las que debemos andar (Efesios 2:10).

> Él tiene planes de bien para nosotros (Jeremías 29:11).

> Nosotros debemos planificar nuestro trabajo en la visión.

Dios es organizado:

> Jesús mandó a organizar en grupos de 50 a los 5,000 varones que alimentó cuando multiplicó los panes y los peces, y aún contaron las piezas que sobraron (Juan 6:1-15).

> Mandó a Moisés a organizar al pueblo para llevar la carga de ellos, a través de un sistema de jueces en los que delegó el trabajo (Éxodo 18:13-23).

Dios nos manda a ejecutar:

David dijo a su hijo Salomón referente al templo de Dios: 1 Crónicas 28:20-21
“¡Sé fuerte y valiente, y pon manos a la obra! No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios el Señor, mi Dios, estará contigo.

No te dejará ni te abandonará hasta que hayas terminado toda la obra del templo. Aquí tienes la organización de los sacerdotes y de los levitas para el servicio del templo de Dios. Además, contarás con la ayuda voluntaria de expertos en toda clase de trabajos. Los jefes y todo el pueblo estarán a tu disposición.”

> Jesús dijo antes de irse: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” Mateo 28:19.

Dios supervisa:

> El Señor arregló cuentas con los siervos a quienes dio los talentos (Mateo 25:19).
Supervisó a los 70 que envió a predicar (Lucas 10:17-20).

> Todos daremos cuenta ante Él en su venida de todo lo que hayamos hecho (2 Corintios 5:10).

> Debemos dar cuenta de los grupos a través de entregar los reportes.

Jesús mismo cumplió estos pasos de buena administración para salvar al mundo:

> Jesús planeó ganar el mundo y pagó el precio para lograrlo.
> Organizó a los obreros para recoger la mies.
> Ejecutó los planes enviándolos.
> Los supervisó cuando regresaron.

El liderazgo es para aquellos que están dispuestos a practicar estos requisitos. A menos que se esté dispuesto a trabajar organizadamente no se puede optar a ser siervo de Dios. Este trabajo es para aquellos que lo desean hacer bien, con excelencia, porque es para Dios. Los siervos de Dios son administradores de las bendiciones del reino y deben ser hallados fieles en aquello que hacen.


Tema 4
DE LADRILLERO A CONQUISTADOR

TODOS TIENEN ALGO QUE DAR

Pedro, cuando fue llamado, lo único que podía ofrecer era peces y una barca, pues era pescador. Sin embargo, al ser salvo por Jesucristo y lleno del Espíritu Santo, pudo ofrecer mucho más que eso: vida eterna en Jesús, milagros, prodigios, sanidad, paz, gozo, libertad, etc.

Así le dijo al cojo en la puerta del templo: “Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo: ¡Míranos! El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo. No tengo plata ni oro –declaró Pedro-, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazareth, ¡Levántate y anda!” Hechos 3:4-6.

Estos hombres habían ocupado el tiempo en hacer algo más que oro y plata, y eso dieron. Ahora ya tenemos más que ofrecer de lo que teníamos antes. “Lo que tengo, te doy”. Si preparamos personas que tengan algo más que dar, edificaremos la iglesia que Dios ha querido siempre. Jesús quiere que ofrezcamos más de lo mismo que hemos recibido.

Jesús dijo: “El reino de los cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente.” Mateo 10:7-8.


DE DEMANDANTES A OFERTANTES

Cuando la persona viene a Jesús, viene con demandas y espera que a través de la palabra y la unción, sus demandas sean satisfechas. Se les da, y al consolidarlos y saciar sus necesidades, se les convierte de demandantes en ofertantes.

Una de las tareas nuestras es motivar a la gente hasta que diga “esto tengo que dar”. Hay gente que posterga su restauración porque les gusta sentir lástima de sí mismas. Las iglesias están llenas de gente consumidora y no productora. Esto hace que los pastores tengan muchos aficionados y pocos comprometidos.

En el ejército de Dios hay muchos generales pero pocos oficiales y soldados. Los generales están guerreando, cuando deberían estar dirigiendo la batalla.

Ninguno puede hacer una obra si no tiene una mente de ofertante. El Señor prometió al pueblo de Israel que los sacaría de Egipto y los llevaría a la tierra prometida. El le dijo a Moisés: “El Señor, Dios de los hebreos, ha venido a nuestro encuentro. Déjanos hacer un viaje de tres días al desierto, para ofrecerle sacrificios al Señor nuestro Dios.” Éxodo 3:17-18.

Dios dejó claro para qué quería hacer libres a los israelitas: para que pudieran ofrecer. Cuando las personas son libres de sus aflicciones y ataduras debemos guiarlos a que puedan ofrecer a Dios.

“Después de eso, Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron: Así dice el Señor, Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor. ¿Y quién es el Señor -respondió el faraón- para que yo le obedezca y deje ir a Israel? ¡Ni conozco al Señor, ni voy a dejar que Israel se vaya! –El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro –contestaron-. Así que debemos hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. De lo contrario, podría castigarnos con plagas o matarnos a filo de espada.” Éxodo 5:1-3.

Dios quiere que su pueblo sea libre y le celebre fiesta. A los israelitas se les olvidó quiénes eran, y creyeron que eran solamente esclavos de Egipto y que dependían de ellos para comer. Creyeron la mentira y por eso llegaron a tener mentes de demandantes. Peor que eso, llegaron a pensar como ladrilleros, como esclavos; para ellos era inconcebible la idea de ofrecer algo, sino solamente pensaban en demandar.

Pero la realidad era otra. Fue a causa de la sabiduría de José que en tiempos antiguos pudo comer todo el pueblo de Egipto; no fue a causa de Egipto que comió Israel. Nosotros no estamos bien a causa del mundo; el mundo está bien a causa de nosotros. Nosotros le damos sabor al mundo, pues somos la sal de Él.

Éxodo 1:8-14 menciona que los egipcios necesitaban de su mano de obra. El faraón se aprovechó de esto para oprimir al pueblo de Dios para que no se multiplicaran, matando a los hijos varones. Esto quiere decir que Satanás tiene estrategias para que no nos multipliquemos.

Lee Éxodo 5:5-20 y verás las palabras mentirosas que hablaron a los hijos de Israel. Les dijeron que como estaban ociosos se les ocurría esta idea de ser libres y hacer fiesta y les pusieron más trabajo. De igual forma el diablo trata de meternos mentiras para que no hagamos lo que Dios quiere y no le sirvamos. Faraón tenía su estrategia. Decía: “Estos están ociosos”.

El diablo le mete a las personas a la cabeza que deben darle a Dios solamente los tiempos de ocio. Luego, ataca eso poniendo más trabajo. Como resultado los cristianos le dedican menos tiempo a Dios. Puede darse por ser promovidos o porque se aumenta la cantidad de trabajo, pero al verse apretados recortan el servicio. Eso lo programó el diablo. Hay que desprogramarlo con la ayuda del Espíritu Santo.

Siempre el primer tiempo que se recorta cuando estamos cargados es el de Dios. ¿Por qué las personas no dejan de ver televisión o ir al gimnasio para dedicarse más a Dios? Pero si Dios encuentra gente que siempre le hace tiempo Él sin importar la carga, el diablo ya no tiene más tiempo que cargar.

El Señor quería liberar al pueblo de Israel de la opresión que tenían, enseñándoles a ser ofertantes; Él quería que celebraran fiesta en el desierto y que se levantaran como un ejército conquistador que tomara la tierra prometida. Pero a los israelitas les costó creerle, pues tenían una mente de ladrilleros, una mente estrecha que no les permitía verse a sí mismos como Dios los veía.

Por eso no le creyeron a Dios y quedaron postrados en el desierto, no entrando en la tierra prometida. Dios se fastidia de ver lo que faraón hizo en la mente de ellos, pues cambió su mentalidad a puros demandantes. Por eso lo primero que le dijo fue “sal y no ofreces”. Porque el tiene que cambiar nuestra mente. Cuando eres transformado por el Espíritu Santo, puedes ofrecer algo a Dios.

Mientras más te pones en la línea del que ofrece, más próspero serás. Nosotros no somos del tercer mundo, somos de otro mundo, pues nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Señor. Si tu mente piensa que eres del tercer mundo seguirás pensando como mediocre y no lograrás llegar a ser un conquistador.

Si tú vas a ser líder, tienes que tener mente de ofertante y persistir hasta que las cosas se den. YO SOY UN OFERTANTE. TÚ ERES UN OFERTANTE. ¡Vamos a ofrecer!



Tema 5
SOÑANDO CON MULTITUDES

LOS RETOS QUE DIOS PONE

Lucas 5:3-11
Pedro, en esos momentos, era un hombre cansado, desvelado y frustrado. Sacó a luz toda la frustración que tenía, pero de todos modos obedeció.

Jesús puso un reto a ese hombre. Quería darle una ilustración de lo que Jesús quería darle a él. Después de haber visto esto, a Pedro sólo le quedaban dos caminos: aceptarlo o darle la espalda.

Dios pone retos delante de las personas porque a Él le gusta que le crean. De la misma forma funcionan las redes y los grupos: retos que le creemos y aceptamos a Dios.

EL DESEO DE DIOS ES MULTIPLICARTE

Hebreos 6:13-19
Dios quería darle una promesa a Abraham y refleja lo importante que Abraham era para Dios. Quería multiplicarlo con abundancia, y se lo demostró jurando por sí mismo. Esa esperanza es para que no vayamos de un lado a otro, sino que funcione como un ancla para el alma.

Mientras más intenso el deseo de tu corazón por algo, más dispuesto estás de darlo todo por ello. El deseo de tu corazón se manifiesta en el precio que pagas por algo.

Debes renunciar a ser pequeño, mediocre y a tener poca gente, pues esto no es lo que Dios quiere para tu vida. El tener cosas pequeñas nunca ha sido el deseo de Dios en cuanto a gente se trata.

Las escrituras nos exhortan a ser de un mismo ánimo con Jesús, y Jesús quería que todos fueran salvos.

Dios está dispuesto a darles multitudes a aquellos que dejen a un lado la pereza y el miedo, y que entreguen su vida por amor a esas almas.

Uno alcanza aquello para lo que se prepara. Si te preparas para cosas grandes, las vas a alcanzar. Si tú descuidas esto, descubrirás lo que Dios te quiere dar.

Cuando un atleta compite, compite para ganar; si tú vas a predicar, predica para que todos se conviertan.

2 Pedro 3:8-10 “Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.”

Dios está esperando que nosotros prediquemos. Si no lo hacemos, las piedras lo harán, pero Dios cumplirá lo que prometió. Nosotros somos responsables que Hidalgo sea para Jesucristo.

2 Pedro 3:11-16 “Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con Él. Tengan presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como les escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás escrituras, para su propia perdición.”

Génesis 13:14-17 “Después de que Lot se separó de Abram, el Señor le dijo: Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada. Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también puede contar tus descendientes. ¡Ve y recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo daré!”

Dios le hizo una promesa a Abraham, y consistía en que su descendencia sería tan grande, que nadie la podría contar, a pesar que Abraham era ya anciano y su esposa era estéril. Dios cumplió su promesa, y creó una nación que salió de esta pareja.

Conclusión

Dios ha dejado la misma promesa de multiplicación y prosperidad para ti, si tan solo puedes creer.


Tema 6
ESFORZADOS Y VALIENTES

Introducción

Dios le mandó a Josué que para conquistar la tierra prometida y poseerla debía ser esforzado y valiente. El le dijo: “Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas.”

De igual forma, si queremos ganar Hidalgo para Cristo debemos esforzarnos con valentía en la visión que Dios nos ha dado. Para que la visión se haga una realidad y no una ilusión, debemos esforzarnos en cumplirla.


LA VISIÓN ES PARA TRABAJADORES

Dios involucra a esforzados en su obra, Él no llama a vagos. Si tú contrataras a alguien para una obra, ¿a quién escogerías, a un trabajador o a un perezoso? Muchas veces que el Señor llamó a alguien, lo encontró trabajando. Veamos algunos ejemplos.

> Eliseo: cuidaba 12 yuntas de bueyes de su padre.
> Moisés: cuidaba el rebaño de su suegro.
> Pedro: pescaba en su barca toda la noche.
> David: cuidaba las ovejas de su padre.
> Gedeón: sacudía el trigo en el lagar.

La visión requiere trabajo

Marcos 16:15-18 “Les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud.”

Cada promesa de parte de Dios requiere una acción de parte nuestra. En estos versículos nos promete que si creemos, las señales nos seguirán. Dios promete sanidad, pero nosotros debemos orar e imponer manos; Dios promete libertad, pero nosotros debemos echar fuera demonios; etc. Dios promete entregarnos a nuestra nación, pero requiere que prediquemos.
La unción implica trabajo

Cuando Jesús envió de dos en dos a sus discípulos y les delegó autoridad, los envió a trabajar. Cuando dijo que vendría el Espíritu Santo sobre nosotros y nos daría poder nos dijo que íbamos a ser sus testigos. La unción implica atrabajo esforzado. Si queremos ver más milagros y maravillas debemos trabajar más. La unción es para hacer algo y no para ser alguien.

Debemos esforzarnos en la gracia

Pablo le dijo a Timoteo: “Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús.” 2 Timoteo 2:1. Aunque vivimos en la gracia, debemos esforzarnos.

Debemos esforzarnos para formar a los hombres y mujeres idóneos que comuniquen el mensaje de salvación a otros y supervisarlos. Se recibe la salvación gratuitamente, pero presentarla a otro requiere todo de nuestra parte.

Detrás de cada ministerio próspero, siempre se encuentra un hombre o mujer de Dios que se ha esforzado más que otros. El éxito de una persona no radica en sus dones o talentos, sino en como trabaje con ellos. El éxito no es una casualidad, es una conquista.

Pablo decía: “Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.” 1 Corintios 3:6.

Trabajo perseverante

“Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es un vano.” 1 Corintios 15:58.

Solo prospera aquello en lo que nos esforzamos continuamente. Si hay inconstancia no nos desarrollaremos en algo. Recuerda que la recompensa al buen trabajo es más trabajo, pues quien es fiel en lo poco, es puesto en lo mucho.


LA FUENTE DE NUESTRAS FUERZAS

Donde hay trabajo habrá cansancio pues vivimos en un cuerpo mortal que se desgasta día a día. Pero Dios nos ha dicho como renovar nuestras fuerzas y poder continuar: reposar en su presencia.

Isaías 40:28-31 “¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable. Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.”

El prometió dar fuerzas al que o tenía ninguna. El cansancio no debería ser una excusa para no servir a Dios. Si tú te encuentras cansado y agotado, Él dejó palabra para ti. “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.” Isaías 41:10.

Jesús dijo que si estábamos trabajados y cargados que Él nos haría descansar, que aprendiéramos de Él que era manso y humilde de corazón y que lleváramos su yugo, que era fácil y ligero. Algunos dicen que el servicio quema a las personas pero no es cierto; lo que realmente desgasta es llevar una vida alejada de la presencia de Dios.

Conclusión

Dios te ha mandado que seas esforzado y valiente para ganar esta nación para Él. Ha dejado palabras de aliento para que confíes en Él y trabajes perseverante en la meta. Si tienes temor o te sientes débil, toma las promesas que ha dejado para ti, y esfuérzate en hacer un buen trabajo.

Alguien consumirá tus fuerzas; en alguien o algo te gastarás. Puedas pasar tu vida entregando tus fuerzas a las riquezas, al mundo o tus deseos, o puedes darlas al Señor. Aún la pereza consumirá tus fuerzas. Recuerda que el Señor es digno de recibir toda tu fortaleza. Soñar no cuesta nada; realizar esos sueños demandará tu vida.



Tema 7
CONVICCION, COMPROMISO Y CARACTER

LA CONVICCIÓN Y EL COMPROMISO

La convicción que tengamos en algo nos llevará a comprometernos en eso. Nadie se compromete si primero no se esta convencido en lo que se hace. Y el compromiso producirá carácter en nosotros para permanecer y realizar nuestras convicciones.

El apóstol Pablo habló de la convicción que tenía cuando dijo: “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.”
Filipenses 1:6.

Si tengo una convicción, tendré un compromiso. Compromiso es tener una responsabilidad u obligación. Se conoce de lo que estoy convencido por el compromiso que adquiero. Por ejemplo, la convicción del amor a una mujer lleva a un compromiso matrimonial; de igual forma, la confianza en mi salvación conlleva el compromiso de vivir como Dios pide. También sucede así con el servicio a Dios: se estoy persuadido de la vacación me comprometeré a servirlo.

Compromiso es una obligación contraída voluntariamente. El amor es un compromiso. La vida sin compromiso no llega a nada. Hay que pasar los inviernos para llegar a las primaveras de la vida.

Cuando adquiero un compromiso adquiero constancia en lo que hago. Tener rutinas no es malo. Dios mismo estableció rutinas como la que hay cada día cuando sale el sol por el mismo lugar; nuestro corazón y nuestros pulmones trabajan con la misma rutina todos los días, y el día que la rompan sufriremos gravemente. Igual es en los grupos. Debemos adquirir obligaciones que nos llevan a ser constantes y perseverantes en algo, hasta terminar la obra a la que el Señor nos llamó.

La perseverancia y la persistencia son el resultado del compromiso en algo.

Filipenses 3:12 “No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.”

Pablo no era ya quien debía ser, no era perfecto, pero seguía adelante. Para crecer hay que hacer. El premio se encuentra en la meta, al terminar, no en el inicio. No se llega a la meta sin compromiso.

Tener convicción, compromiso y carácter es comenzar algo, continuarlo y concluirlo. Uno no puede terminar y mucho menos continuar si no tenemos clara la meta. No debemos tenerle miedo a las metas, preocupémonos cuando no las hallemos. Dios es un Dios de metas. El hecho de no llegar a algo no quiere decir que no debamos continuar.

EL SERVICIO REQUIERE DE CARÁCTER

Dios quiere que le sirvamos en medio del trabajo en que nos ocupamos. Para esto se requiere de carácter. Un mensaje equivocado es el que dio el faraón a Moisés: “Quieren servir porque están ociosos”; eso es ofrecerle a Dios nuestro tiempo de ocio, lo que nos sobra.

El apóstol Pablo exhortó al joven Timoteo a tener carácter para testificar: “Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa soy prisionero…” (2 Timoteo 1:8-12).

Aún cuando Pablo estaba en la cárcel como si fuera un malhechor, su discípulo no debía avergonzarse de dar testimonio de él. De igual forma no debemos avergonzarnos de dar testimonio de nuestro Señor ni de nuestro Pastor. Estar seguro en el ministerio es estar convencido por Dios de permanecer en una iglesia bajo un pastor hasta el fin.

Pablo sigue diciendo: “Por este motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado.” (v. 12). Nuestros compromisos están donde están nuestras convicciones. El apóstol estaba seguro en los momentos de prueba que vivía, prisión y la persecución, y esto le daba plena seguridad y estabilidad en medio de la aflicción.

Pablo estaba tan comprometido en el ministerio que hablaba del evangelio como propio. Hasta sufría por el. El formó carácter en medio de las adversidades. Dios siempre permanece fiel, y tener fidelidad es tener compromiso.

Dios nos forma el carácter a través del compromiso de ser constantes en medio de las pruebas y adversidades. Somos formados cuando llega el momento en que se prueba nuestra convicción. Pablo soportaba por amor de los escogidos. El amor se prueba cuando se soporta por otros, no en medio de los besos o abrazos.

La visión forma carácter. Dios nos forma en medio del trabajo de grupos al tener compromiso en lo que hemos creído. Debemos formar carácter para:

> Amar cuando no fui amado.
> Proseguir en medio de tormentas.
> Permanecer en una célula a pesar de los problemas.
> Terminar la universidad que inicié.
> Vivir feliz en un matrimonio, mientras más avanza el tiempo.
> Ofrecer y no demandar.

Cristo nos hace libres de complejos, pero no se compadece de nosotros por ellos. La autocompasión es muchas veces una excusa para no formar carácter.

Gálatas 2:20 “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.”

Cristo nos amó y lo demostró al morir por nosotros. Su compromiso lo llevó a entregarse hasta la muerte.

Pablo permaneció en las iglesias a pesar de la persecución. Las persecuciones llegan solas, no hay que buscarlas. Quienes dejan el compromiso pierden el carácter, pues el compromiso produce carácter. Las adversidades y las pruebas en Pablo formaron carácter en él. El pudo haber dicho que ya no seguía, pero continuó alcanzando las metas.

En vez de rendirse el dijo: “…he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:11-13).

A vivir contento en medio de cualquier situación se aprende. En la escasez y en la abundancia se debe aprender que se puede ser feliz.

El Señor formó carácter en Pablo, por eso el pudo decir: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero! Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:35-39).

A Pablo nada lo separó del amor de Cristo y lo pudo decir porque lo había vivido. Ni los peligros de muerte, ni la persecución, ni el tercer cielo, ni nada lo separó de ese amor porque estaba comprometido con Cristo.

Tener dones y talentos no debe impedir formar el carácter ni podemos justificarnos detrás de ellos. Tener carácter es dar el fruto del Espíritu y Jesús dijo que no somos conocidos por los dones sino por los frutos. Los dones son instantáneos, los frutos deben formarse.

Conclusión

Permanecerás en algo según tu convicción. Cuando tú estas convencido de algo, seguramente te comprometes con ello. El mantener un compromiso crea carácter y saca lo mejor que hay en ti.

Si crees realmente en el llamado que Dios te ha hecho, comprométete a cumplirlo. Mientras vas en el camino, Dios formará el carácter en ti que Él quiere y tú necesitas.

No hay comentarios: