jueves, 1 de noviembre de 2007

BAUTISMO EN AGUA

CONTENIDO

1. LIBERADOS DEL PECADO

2. PACTO CON DIOS

3. PERSPECTIVA DOCTRINAL


Lección 1
LIBERADOS DEL PECADO

Dios nos justificó a través del sacrificio de Cristo. Él nos perdonó todos nuestros pecados y nos hizo la justicia de Dios en Cristo (2 Corintios 5:21).

Esta justicia, que es estar bien con Dios sin cola que nos pisen, no se basa en obras sino en fe, ninguna cantidad de buenas obras que hayamos hecho nos hace merecedores de recibirla, Dios nos declaró justos basado en su misericordia y gracia cuando pusimos nuestra fe en Su Hijo crucificado y resucitado.

Todo creyente está justificado en su interior, porque llegó a ser participante de la naturaleza justificada (2 Pedro 1:4). La justicia es impartida dentro del ser de cada cristiano y por esta razón podemos acercarnos confiadamente delante del trono de Dios, por eso podemos tener la presencia de su Espíritu morando continuamente en nosotros. Si no hubiéramos sido justificados, no podríamos ser llamados hijos de Dios (1 Juan 3:1). Dios es justo, y los que han nacido de Él tienen la misma naturaleza que Él.

“Queridos hijos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, así como él es justo.”
1 Juan 3:7

La justificación implica más que estar bien con Dios, Juan no escribió esto para condenar o que la gente se sintiera perdida, simplemente dijo que los que están justificados internamente tienen el poder y la habilidad de ACTUAR correctamente, de hacer lo justo.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en practica.” Efesios 2:10

No fuimos creados por buenas obras, sino que fuimos creados para buenas obras. El deseo de Dios es que esa justicia, esa naturaleza santa dentro de nosotros (la naturaleza que nos permite presentarnos delante de Dios sin sentirnos avergonzados) comience a manifestarse en nuestro actuar externo.

Es anormal que una persona que ha nacido de nuevo y ha sido justificado siga viviendo bajo el yugo de la esclavitud del pecado. Dios ha abierto el camino a todos los creyentes para que anden completamente libres del dominio del pecado en sus vidas. De cierto, Él ha llamado a todo creyente a este tipo de vida.

“Más bien sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo el que los llamó.” 1 Pedro 1:15

1.1 MUERTO AL PECADO

Lea Romanos 6:1-7. Dios no da un mandato a su pueblo a menos que también le haya dado la capacidad para cumplir ese mandato. El llamado de Dios a los creyentes es para que vivan vidas santas, libres de la atadura del pecado; pero Dios también le ha dado a todo creyente la capacidad para vencer el pecado y los hábitos pecaminosos.

El nuevo nacimiento produce un hombre nuevo, uno que no es pecador sino que, al contrario, el hombre nuevo es perfecto, hecho a la imagen de Dios. Él nos ha dado el poder para vivir libres del poder del pecado; haciendo morir en nosotros aquello que nos guiaba al pecado y poniendo dentro de nosotros una nueva naturaleza poderosa y justificada.

Muchos creyentes tratan de llenar este llamado a santidad sin tener una comprensión clara de la obra que Dios ha hecho en su hombre interior. La obra de la cruz nos limpió de la culpa y la condenación del pecado; la sangre vertida por Cristo nos limpió de todos nuestros pecados.

Sin embargo, si eso fuera todo lo que hizo, estaríamos perdonados, pero seguiríamos dominados por una naturaleza interna malvada que nos haría pecar. Pero la obra del Calvario no solo remueve la culpabilidad y condenación del pecado, sino que también remueve la fuente del pecado en nosotros.

El mal que moraba en nuestros corazones nos esclavizaba al pecado, Jesús se encargó de el en la cruz. Debemos tener un claro entendimiento de la obra de la redención para que podamos vivir con toda la libertad que Dios ha comprado para nosotros.

El viejo hombre
“Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con Él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado.”
Romanos 6:6.

Lo que nos mantenía atados al pecado era el “viejo hombre”. Este “viejo hombre” o vieja criatura tiene que ser crucificado para que podamos ser liberados del poder del pecado.

Esta es la parte de nosotros que fue crucificada con Cristo hace 2000 años. “He sido crucificado con Cristo y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mi…” Gálatas 2:20.

Nacido en muerte
Nuestro viejo hombre era la parte de nosotros que estaba “muerto para Dios” antes de nacer de nuevo. Cuando Adán pecó en el huerto del Edén, y cayó de la gracia de Dios, pasó de vida a muerte. Llegó a ser una criatura pecaminosa, dominada y regida por una naturaleza interna que la guiaba a pecar y esta naturaleza pasó a toda la descendencia de Adán (Salmo 51:5; 1Corintios 15:21-22).

Los hombres que no son salvos tienen una naturaleza interna de maldad, la que Pablo llama el “viejo hombre”. Este viejo hombre no puede ser reformado o rehabilitado, y es por esta razón que la filosofía humanística no alcanza ningún cambio verdadero en el hombre. Tratar de reformar al “viejo hombre” solo puede terminar en fracaso. Solo existe una forma correcta de tratar con esa naturaleza interna de maldad: debe matarse.

El estado no regenerado
En Romanos 7:14-25, Pablo describe el estado de un hombre no regenerado que está dominado por su naturaleza pecaminosa. Aquí encontramos un retrato exacto de lo que es ser dominado por el viejo hombre que todavía está bien vivo. Este es el hombre que Pablo describe:

a. Está vendido como esclavo al pecado. 7:14
b. Hace las cosas que aborrece. 7:15
c. Es incapaz de hacer lo bueno que desea hacer. 7:18
d. Su cuerpo está “cautivo” a la ley del pecado. 7:23
e. Sirve la ley del pecado en su carne, aunque sea contraria a la ley de Dios que su mente reconoce. 7:25
f. ¡Es un MISERABLE! 7:24

Una lectura cuidadosa del capítulo anterior de Romanos 6, nos muestra que en este pasaje, Pablo no se refiere a sí mismo como cristiano, sino que se describe como era, antes de nacer de nuevo.

Pablo, como judío no regenerado, sabía lo correcto, lo que debía hacer, pero era incapaz de hacerlo. La razón por la cual no podía hacer lo que sabía que era correcto, era porque el viejo hombre todavía no había sido crucificado con Cristo. Había un poder interno que lo empujaba a pecar y que él no podía vencer.

Expuesto por la ley
Dios expuso la verdadera condición del hombre interior (que era una naturaleza interna pecaminosa) al darle la ley. La ley fue dada al hombre para demostrarle de una vez por todas que su problema interno solo se podía solucionar a través de Jesucristo.

La ley es santa, justa y buena (Romanos 7:12), pero debido a la naturaleza pecaminosa del hombre resultó en su muerte.

“Pero entonces, ¿lo que es bueno se convirtió en muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien fue el pecado lo que, valiéndose de lo bueno, me produjo muerte; ocurrió así para que el pecado se manifestara claramente, o sea, para que mediante el mandamiento se demostrara lo extremadamente malo que es el pecado.” Romanos 7:13

El hombre interno tomó la ley, que era buena, y lo convirtió en algo malo. La ley no podría cambiar la condición interna del hombre, sólo pudo exponerlo como verdaderamente era. Así Dios mostró que el hombre era completamente pecaminoso; sin ninguna esperanza de redención fuera de Jesucristo.

La solución de Dios para este dilema, golpeó de muerte el problema del pecado en el hombre desde su misma raíz. Como hemos dicho, la muerte era la única salida de esta trampa, y esto es exactamente lo que Dios hizo a través de Su Hijo.

1.2. CRUCIFICADO CON CRISTO

Pablo dijo que el viejo hombre fue crucificado con Cristo (Romanos 6:6). Esa disposición interna al pecado que tenía al hombre desvalido, fue sometida a muerte junto con Jesús. Esto fue el comienzo de nuestra identificación con Su obra redentora en la cruz. Pablo estaba tan consciente de la realidad de esta muerte vicaria que le dijo a los colosenses:

“Pues ustedes han muerto y su vida esta escondida con Cristo en Dios.” Romanos 3:3

La llave para nuestra liberación de la esclavitud del pecado es nuestra muerte con Cristo:

“Porque el que muere queda liberado del pecado.” Romanos 6:7
Ya que ahora estamos muertos, esto es, el viejo hombre está muerto, el pecado ya no es nuestro amo.

El cuerpo del pecado quedó sin poder
Una vez que el viejo hombre es crucificado con Jesús, el “cuerpo del pecado” queda inactivo.

“Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con Él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado.”
Romanos 6:6

Esto nos permite ver lo que sucede cuando el viejo hombre es crucificado: el cuerpo del pecado, lo que nos guiaba al pecado “es destruido”, quedando sin poder.

La vieja naturaleza interna iba por un camino contrario a Dios y a Sus caminos; era poder dentro de nosotros que nos hacía imposible vencer al pecado.

Pero, dice la Biblia que el viejo hombre “fue muerto”, que murió en la cruz. Puesto que la vieja naturaleza está MUERTA, ya no tiene poder para dominarnos.

“Por lo tanto, si alguno esta en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo!” 2 Corintios 5:17

Muerto al mundo
La muerte de nuestra antigua naturaleza en la cruz significa que estamos totalmente separados del mundo y sus principios pecaminosos.

“En cuanto a mí, jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo.” Gálatas 6:14

Estamos separados del mundo y de todo lo que él representa, de igual modo que un hombre muerto físicamente, está separado de este mundo físico.

Un hombre que está físicamente muerto ya no tiene ninguna relación con este mundo físico. El mundo no le afecta en nada pues ya no es parte del mundo, el gobierno no tratará de cobrarle impuestos porque no hay relación entre él y el gobierno, entre el sistema de impuestos y él.

Está muerto, no es parte de este mundo. En la misma forma, los creyentes están muertos a los principios de este mundo, porque el viejo hombre que les hacía parte del sistema de este mundo ya no está vigente. Fue crucificado con Cristo. Así que cada creyente está “muerto al pecado”, ya no es parte del pecado, ni el pecado es parte de él.

1.3 VIDA NUEVA PARA CON DIOS

“Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con Él.” Romanos 6:8

Nuestra identificación con Cristo no terminó en la cruz. Pablo no está hablando de la resurrección en el último día, siempre se refiere al hecho de que igualmente como Cristo fue levantado de los muertos nosotros también llegaremos a estar espiritualmente vivos.

“Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con Él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva.” Romanos 6:4

Fuimos crucificados con Cristo, para que andemos en vida nueva, vivos para con Dios, y libres del pecado.

“…nos dio vida con Cristo, aún cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con Él en las regiones celestiales,” Efesios 2:5-6

Aquí vemos como se completa nuestra identificación con Cristo: ¡Crucificados con Él! ¡Nos dio vida juntamente con Él! ¡Resucitados con Él! ¡Sentados en lugares celestiales con Él!

Liberados y trasladados
Del mismo modo que la muerte del viejo hombre nos separó del mundo, así el darnos vida con Dios nos hace parte de Su reino.

“El nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al Reino de su amado Hijo,”
Colosenses 1:13

Somos parte de Su Reino porque nos ha hecho nuevas criaturas y nos ha llenado de su propia naturaleza santa y justa. Nuestra naturaleza es la naturaleza de Dios (2 Pedro 1:4).

Una vez estuvimos vivos para el pecado y muertos para Dios, porque nuestro viejo hombre estaba vivo. Pero ahora estamos muertos al pecado y vivos para Dios; porque la vieja naturaleza está muerta, separándonos así del pecado y del mundo, y una nueva naturaleza nos ha sido dada que nos pone en contacto con Dios.

Dispuestos y trabajando
Cuando estábamos vivos para el pecado por naturaleza hacíamos las cosas que el pecado deseaba. Pero ahora que estamos vivos para Dios, no sólo está en nosotros el poder, sino también el deseo de hacer lo correcto delante de Dios.

“Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.” Filipenses 2:13

Nuestra nueva naturaleza interna está hecha a la imagen de Dios. El hombre nuevo tiene la habilidad de hacer lo que le place a Dios; pero también tiene una voluntad para decidir hacer su buena voluntad. No sólo tenemos el poder para hacer la voluntad de Dios; sino que lo podemos hacer sin quejarnos.

Ahora que hemos nacido de nuevo y nos identificamos con la muerte de nuestro Señor Jesucristo, Su voluntad es que seamos bautizados en agua para sellar nuestro pacto con Él.


Lección 2
PACTO CON DIOS

Toda persona que ha creído en Jesucristo como su Señor y Salvador, que ha aceptado el sacrificio que hizo en la cruz, que cree que murió y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras y que se ha arrepentido de sus pecados, sin duda alguna se bautiza en agua.

2.1. El PACTO CON ABRAHAM

Dios es un Dios de pactos y no es posible vivir y caminar con Él sin tener un pacto de corazón. Nuestro Padre hará su parte fielmente cumpliendo al pie de la letra todo lo que ha prometido, pero nosotros también debemos cumplir nuestra parte obedeciendo todas sus instrucciones y viviendo una vida apartada de la maldad.

En Génesis 15:1-7 y 17:1-11, Dios hace un pacto con Abraham de bendecirlo de maneara abundante, darle protección, tierras y ser padre de multitudes. Solo pide que viva en Su presencia y sea intachable, es decir, que viva en santidad, apartado de lo malo.

Dios estableció una señal del pacto con Abraham y fue la circuncisión. Ahora en Cristo Jesús nosotros somos herederos de la misma promesa que Dios hizo con Abraham y podemos participar de ella en su totalidad. Lo que Dios le pidió al padre de la fe, también nos los pide a nosotros.

“Y ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.” Gálatas 3:29

“Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de la fe.” Gálatas 3:9

“Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa.” Gálatas 3:14

También nosotros como Abraham debemos tener la señal del pacto que es la circuncisión pero ahora en Cristo Jesús esta representado en el bautismo en agua.

“Además, en Él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo. Ustedes la recibieron al ser sepultados con Él en el bautismo. En Él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quién lo resucitó de entre los muertos.”
Colosenses 2:11-12

El bautismo es un acto de obediencia y lealtad a nuestro Señor Jesucristo, donde nos identificamos con su muerte y resurrección, donde somos circuncidados por Cristo para nueva vida disfrutando de los beneficios de la promesa de Dios hecha a Abraham.

El bautismo es la señal de un pacto que hacemos por medio de Cristo con el Padre celestial de vivir en Su presencia y ser intachables delante de Él, es decir, apartados de la maldad y del pecado.

2.2. EL ANTIGUO PACTO

Jesucristo antes de ascender al Padre después de la resurrección y del último curso que enseñó a sus discípulos sobre el Reino de Dios, nos dejó la tarea de la gran comisión, y resalta tres puntos muy importantes en Mateo 28:16-20: Predicar el evangelio a toda criatura; Hacer discípulos; Bautizarlos en agua.

El bautismo en agua tiene sus raíces en el Antiguo Testamento en el ritual del lavamiento.

Éxodo 30:17-21:
“El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: 18Haz una palangana de bronce, con su base del mismo metal, que sirva para lavarse; ponla entre la tienda del encuentro y el altar, y llénala de agua. 19Aarón y sus hijos sacarán agua de allí para lavarse las manos y los pies. 20Y se los lavarán cuando entren en la tienda del encuentro, y cuando se acerquen al altar para oficiar y presentar al Señor la ofrenda quemada. Así no morirán. 21Para que no mueran, deberán lavarse las manos y los pies. Esta será una ley permanente a través de los siglos para Aarón y sus descendientes.”

En la época de Juan el bautista, el lavamiento era una practica conocida como “BAUTISMO”, que significa: “Sumergir en agua”. El bautismo de Juan era de “arrepentimiento”. Era una señal de que la gente había renunciado al pecado.

Juan regañaba a algunos que se habían bautizado pero no se apartaban del pecado, les decía hipócritas.

“Pero cuando Juan vio que muchos fariseos y saduceos iban a que los bautizara, les dijo: ¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor.” Mateo 3:7-8

El bautismo de Juan era del antiguo pacto, simboliza la actitud de la persona con respecto al arrepentimiento y la purificación.

2.3. EL NUEVO PACTO

Es el que ordena Jesús. Simboliza una transformación interna milagrosa, donde el pecado es lavado.

Hechos 22:16
“Y ahora, no esperes más. Levántate, bautízate y lávate de tus pecados, invocando el nombre del Señor”.

La orden de Jesús en Mateo 28:19 es predicar el evangelio a toda criatura, hacer discípulos y bautizarlos. La Biblia nos muestra varios ejemplos de obediencia en el área del bautismo en agua:

Hechos 16:33 / El carcelero de filipo.
“A esa misma hora de la noche, el carcelero les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados.”

Hechos 8:36-38 / El eunuco.
“Más tarde, al pasar por un sitio donde había agua, el funcionario dijo: —Aquí hay agua; ¿hay algún inconveniente para que yo sea bautizado? Entonces mandó parar el carro; y los dos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.”

Hechos 10:47-48 / Cornelio el centurión romano.
“Entonces Pedro dijo: — ¿Acaso puede impedirse que sean bautizadas estas personas, que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? 48Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Después rogaron a Pedro que se quedara con ellos algunos días.”

El bautismo en agua viene después de creer en Jesucristo como Señor y único Salvador. Por lo tanto, debemos predicar primero el evangelio del Reino de Dios, porque no fuimos enviados solo a bautizar a las personas, porque el bautismo es solo un acto simbólico y de obediencia que representa nuestra circuncisión ante Dios.

“Pues Cristo no me mandó a bautizar, sino a anunciar el evangelio, y no con alardes de sabiduría y retórica, para no quitarle valor a la muerte de Cristo en la cruz.” 1 Corintios 1:17


Lección 3
PERSPECTIVA DOCTRINAL

Nos identificamos con Jesucristo en tres puntos: En su muerte; En su sepultura; En su resurrección. Romanos 6:3-8 / Colosenses 2:12

Los cristianos proclamamos en el bautismo que somos nuevas criaturas en Cristo Jesús. Que nos separamos del mundo y sus valores cuando nacemos de nuevo y el viejo hombre es crucificado.

Identificarse con Jesús en el bautismo es declarar: “YA NO SOY PARTE DEL MUNDO”

Ya no somos parte del mundo aunque estemos en el mundo, ya no pertenecemos a el ni nos regimos por su filosofía y creencias que están muy lejos de Dios.

“No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal. Así como yo no soy del mundo, ellos tampoco son del mundo.” Juan 17: 15-16

3.1. EL PUNTO DE SEPARACIÓN

1 Corintios 10:1-5
“1No quiero, hermanos, que olviden que nuestros antepasados estuvieron todos bajo aquella nube, y que todos atravesaron el Mar Rojo. 2De ese modo, todos ellos quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar. 3Igualmente, todos ellos comieron el mismo alimento espiritual 4y tomaron la misma bebida espiritual. Porque bebían agua de la roca espiritual que los acompañaba en su viaje, la cual era Cristo. 5Sin embargo, la mayoría de ellos no agradó a Dios, y por eso sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.”

Para los israelitas el Mar Rojo fue una representación del bautismo, fue el punto de separación absoluta de Egipto y de su antigua esclavitud. Simboliza el mundo y nuestra antigua esclavitud al pecado.

El bautismo en agua es un punto de separación y significa la muerte del viejo hombre, que nos conectaba al viejo sistema del mundo. También el nacimiento del nuevo hombre, que se conecta por medio de Cristo Jesús directo a Dios y con el sistema de Su Reino.

Por medio del bautismo en agua somos revestidos en Cristo Jesús marcando una gran diferencia en nuestra antigua manera de vivir, porque ahora somos hijos de Dios.

“Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo”. Gálatas 3:26

3.2. EL DIA DEL BAUTISMO EN AGUA

El lugar puede ser un río, arroyo, alberca, etc., solo que el agua quede arriba de la cintura, no más arriba del pecho, para que la persona que se va a bautizar pueda ser sumergida en el agua sin correr peligro. Debe ser sumergido su cuerpo por completo en el agua.

Te felicitamos por tomar la firme decisión de bautizarte en agua porque estas sellando tu compromiso de un pacto con el Padre celestial por medio de Cristo Jesús.

Recuerda que para ser hijo de Dios y ser parte de Su familia, debemos creer y aceptar a Jesús como Señor, arrepentirnos de nuestros pecados y ser bautizados en agua.

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