viernes, 10 de septiembre de 2010

Clase 21 - GC 2010

LA TRAICION
Juan 13:18-30

Trabajar con personas no es nada fácil, pero nuestro Señor Jesús nos puso ejemplo, porque entrenó a doce individuos con diferentes maneras de pensar y hacer las cosas. Dios conoce el corazón de cada uno de nosotros y sabe perfectamente el nivel de entrega que hay y hasta donde estamos dispuestos a obedecerle.

(v.18) – El Señor sabía muy bien a quiénes había escogido para que fueran sus discípulos. No fue al azar o una casualidad los primeros doce, Dios no es así en todos sus proyectos. Él nos escoge cuando nosotros aceptamos el llamado a seguirle. Los doce fueron escogidos dentro de la multitud que le seguía, seguramente Jesús vio algo en ellos para que finalmente fueran escogidos de entre mucha gente. Aunque el corazón de Judas no era sano ni sincero, Jesús lo sabía y le dio toda la confianza para que manejara las finanzas de Su ministerio, porque las Escrituras se cumplirían en ese discípulo.

Judas fue la única persona donde Satanás entró para llevar a cabo la traición a Jesús. Es como una puñalada por la espalda, sin avisar, sin dar la cara, porque un traicionero difícilmente te mira a los ojos. La infidelidad, el adulterio también es una traición a su cónyuge y a sus hijos, y de la misma manera no pueden mirar a los ojos ni sostienen la mirada. La traición siempre tiene una motivación para hacerlo, puede ser la lujuria, la avaricia, la competencia injusta e impropia, entre otros. En el caso de Judas fue la avaricia.

Judas entregaría a Jesús por dinero, esa fue la motivación que lo llevó a su perdición, porque su corazón y su amor estaban en el dinero y no en el Señor. Podemos ver la similitud cuando el creyente no quiere dar sus diezmos y ofrendas al Señor porque su corazón está en el dinero y les duele dar lo que es del Señor.

Judas era de mucha confianza porque era el tesorero y comía del plato del Señor. Es increíble pensar que alguien así pudiera traicionarlo. Esta actitud y maldad le abrió las puertas a Satanás y éste aprovecho la circunstancia para meterse en él.

Dios nos ha entregado sus bienes para que seamos sus administradores, Él solo nos pide el diezmo, y la ofrenda es por gratitud a la confianza que nos dado. Adueñarnos de algo que no es nuestro es considerada como desobediencia y traición al que nos confío sus posesiones.

Dónde está nuestro corazón, cuál es nuestra verdadera motivación para seguirle y servirle. No traicionemos al que nos dio todo, con Su Muerte, Resurrección y Su Sangre, para reconciliarnos con el Padre y así poder tomar toda nuestra herencia en Cristo Jesús. Renunciemos a la avaricia y seamos fieles y leales a Dios con los bienes que nos ha encomendado, que nos ha dado a nuestro cuidado.

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