RIOS DE AGUA VIVA
Juan 7:37-52
La polémica sigue sobre Jesús si era o no el Cristo, lo querían arrestar para evitar que más gente creyera en su filosofía, en las buenas noticias del Reino de los cielos. La incredulidad era el principal móvil para arrestar a Jesús, pero no lo hicieron porque el pueblo estaba divido y porque los guardias vieron la autoridad y la gracia de Dios. Juan 7:40-53
Los dirigentes judíos alardeaban de conocer las Escrituras o la Ley como ellos le decían. Tenían información en sus mentes pero no tenían revelación de Dios para conocerlo y comprenderlo en sus corazones. La falta de revelación genera religiosidad e incredulidad. Esto le puede pasar a los mismos cristianos hoy en día si pierden la frescura de buscar a Dios en la oración íntima y en la lectura de Su Palabra con un corazón humilde. Corremos el riesgo de caer y ser los Fariseos, Saduceos y Escribas contemporáneos del nuevo siglo. Jeremías 9:23-24
La mala conducta del cristiano es una forma de comportamiento religioso de los antiguos fariseos, es una manera de negar que Jesús es el Cristo en nuestra vida. No todo el que diga “Señor, Señor, entrará al Reino de los cielos”. Mateo 7:15-23
Por otro lado vemos que la gente que no conoce a Dios tiene una sed insaciable que los puede llevar a la desesperación y a la frustración. El venir a Jesús significa acercarse a Él creyendo que es el Cristo, el Hijo de Dios, reconocerlo y confesarlo como Señor, esto nos permite saciar nuestra sed con la presencia de Dios en nuestro corazón.
Cuando nacemos de nuevo, en nuestro interior brota un “Manantial” de vida eterna, y esto está relacionado con nuestra salvación. Pero Jesús habló de “Ríos de agua viva”, y se estaba refiriendo al bautismo del Espíritu Santo, porque el manantial crece y se convierte en un río caudaloso que brota de nuestro interior. Dios no quiere que nos quedemos en el nivel de Manantial, si no que avancemos al nivel de Río. No te conformes solo con tu salvación, sino crece y fluye en los dones del Espíritu Santo. Juan 4:13-14, Juan 7:37-39
Nosotros somos el templo del Espíritu Santo y habita en nosotros. Lo que suceda en el templo espiritual que existe en el Reino de los cielos, sucede en nosotros por medio de Cristo Jesús. Ezequiel tuvo una visión del Río que salía del Templo de Dios y de todos los milagros que sucedían en donde el Río fluía. Dios quiere que Su Rio fluya en nosotros para bendecir a la gente, para que crean en Jesús, para tengamos una gran pesca milagrosa. Ezequiel 47:9-12
Pedro fue el primer ejemplo de milagros y una pesca de tres mil personas para Cristo, cuando el Espíritu Santo llego en el pentecostés y empezó a fluir como un Río a través de él. Lo mismo sucedió en los demás discípulos y sucede hoy con nosotros. Hechos 2:14-40
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