Enseñanza básica
INTRODUCCIÓN
La existencia y el poder de Dios se manifiestan claramente en el mundo creado en que vivimos. Esto es evidente a todos los hombres y así lo pueden entender, sin entrar a considerar la revelación directa de Dios en su Palabra oral y escrita. La creación nos señala indubitablemente hacia un Creador Divino (Romanos 1:19, 20). Pablo, predicando a paganos no regenerados, dijo de Dios: “(Él) no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (Hechos 14:17). Dios no dejó al hombre sin claros indicios de su presencia.
A los hombres que niegan la existencia de Dios la Biblia los llama “necios” (Salmo 14:1), a quienes hacen caso omiso de la verdad que se revela claramente en la creación (Romanos 1:18). El mundo creado constituye evidencia de la existencia y el poder de Dios los que no pueden negarse ni ignorarse con honestidad. La creación señala hacia su propio Autor: El Dios Todopoderoso.
Sin embargo, un conocimiento más profundo del carácter y la naturaleza de Dios, más allá de que Él existe y es poderoso, solo se puede lograr por la Palabra de Dios. Desde el principio de la creación Dios se ha comunicado con los hombres, revelando progresivamente más y más acerca de Sí mismo. Hoy tenemos esta revelación en las escrituras.
La Biblia es el medio por el cual Dios nos conduce a un entendimiento más profundo de Él mismo y de Sus caminos. Es a través de las escrituras que llegamos a comprender que Dios es santo y justo. La Biblia nos revela el amor de Dios por nosotros al mostrarnos todo lo que hizo por nosotros en Cristo. El no se ha escondido del hombre. A través de su Palabra revelada Dios ha mostrado directamente Su naturaleza y Su personalidad.
LOS ATRIBUTOS DE DIOS
Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen y semejanza (Génesis 1:26). Así pues, de muchas formas, el hombre es como Dios; Dios es espíritu y Él creó al hombre como un ser con espíritu. Él le dio al hombre libre albedrío y una mente racional, capaz de razonar. Pero hay algunos atributos que le pertenecen solamente a Dios y a ningún ser creado. Son estos atributos los que definen a Dios como el Creador, el Todopoderoso del Universo. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).
En el principio, antes de que cualquier cosa fuese, Dios es. Dios existía antes de que cualquier cosa existiera; nadie ni nada lo creó puesto que siempre ha existido (Colosenses 1:17, Apocalipsis 1:8). La preexistencia de Dios lo coloca en una posición de supremacía absoluta. Todo lo que existe está ahí porque Dios lo creó. “Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” (Salmo 90:2).
En el universo hay muchos seres creados y todos llevan, en algún grado, la marca de su Hacedor. Pero solo hay un Creador y ese es Dios. Así pues, las cualidades que definen a Dios como ser supremo son aquellas que le pertenecen sólo a Él. Dios es Todopoderoso (omnipotente); Él es sabedor de todo (omnisciente); y Él está presente en todo lugar a la vez (omnipresente). Ningún hombre ni ángel puede reclamar estos atributos puesto que son los que definen a Dios como Dios. Hay un solo Dios y Él es supremo sobre todo lo que ha creado.
OMNIPOTENCIA
Dios es Todopoderoso. Ese es uno de sus atributos exclusivos. La Biblia describe las acciones y los logros de Dios como aquellos que solo un Dios omnipotente podría hacer. “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio” (Isaías 40:25, 26). No hay ningún ser creado, sea humano o angélico, que iguale a Dios en poder y capacidad. A través de todas las escrituras se nombra a Dios como el Todopoderoso (Génesis 17:1; Génesis 35:11; Apocalipsis 4:8). Dios es Todopoderoso porque sólo Él tiene todo el poder.
Puesto que es Todopoderoso no hay nada más allá de sus capacidades (Jeremías 32:17). El poder de Dios es suficiente para llevar a cabo todos sus planes y propósitos (Isaías 46:10, 11). Dios puede hacer todo esto sin disminuir en ninguna manera. Él puede ejercer su poder, o darlo a alguna de sus criaturas sin que su propio Poder sea nunca disminuido. “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance” (Isaías 40:28).
Dios es Todopoderoso y por lo tanto es capaz de Hacer cualquier cosa que quiera. No obstante, la voluntad de Dios es consistente con Su naturaleza divina. El jamás usará su poder para hacer algo que contradiga esa naturaleza y por ello hallamos que hay ciertas cosas que Dios no puede hacer. La Biblia dice que Dios no puede mentir (Tito 1:2) y que no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2:13).
El poder supremo de Dios siempre actúa dentro de los confines de su naturaleza justa y de amor. Dios no puede pecar, ni puede ignorar el pecado en otros ya que el así hacerlo significaría negar su misma naturaleza. La omnipotencia no significa que Dios utiliza su poder arbitrariamente, fuera de los límites impuestos por su carácter. Dios no es gobernado por su poder, El siempre maneja ese poder en concordancia con su carácter divino y su naturaleza divina.
Otro de los atributos divinos de Dios es su omnipresencia. Omnipresencia significa que Dios está presente en todo lugar a la vez. Esto no significa que Dios y la creación sean una y la misma cosa (Panteísmo); Dios es separado y distinto de su creación. Pero Él está dinámicamente presente en todas partes de esa creación. “¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no les vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? (Jeremías 23:23, 24).
La presencia de Dios llena el universo que Él creó. David declaró, que sin importar donde fuese, la presencia del Espíritu de Dios estaría allí con él (Salmo 139:7-12). Cuando Salomón dedicó el Templo, “la casa del Señor”, él confesó que la presencia de Dios no se podía confinar en un edificio (2 Crónicas 6:18).
Solo Dios es omnipresente. El no comparte este atributo con ningún ser creado. Ningún hombre ni ángel está presente en toda parte a la vez (esto significa que Satanás, un ángel caído, no es omnipresente; solo puede estar en un lugar en un momento dado). Puesto que Él es omnipresente, nada escapa del entendimiento de Dios. Aún el más pequeño pajarillo no pasa inadvertido para Dios (Lucas 12:6). Ninguna cosa buena que se haga pasa desapercibida para Dios y ningún pecado que se cometa escapa a la observación del Señor Omnipresente (Salmo 94:7-9).
OMNISCIENCIA
La Omnipresencia de Dios nos lleva directamente a otro de sus atributos divinos: el de la Omnisciencia. Ser omnisciente significa que lo sabe todo. Es intrínseco a la misma naturaleza de Dios el ser omnisciente. Su sabiduría no se deriva de ninguna fuente externa a El mismo. En otras palabras, ¡nadie le “enseñó” nada a Dios! “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” (Isaías 40:13-14). Dios siempre ha sabido todo lo que hay que saber. Él ve y conoce todo lo que ha ocurrido en el pasado, todo lo que está ocurriendo y todo lo que sucederá en el futuro.
Solo Dios es omnisciente. Ningún hombre ni ángel puede reclamar saberlo todo. La reprimenda que dio Dios a Job es un comentario de lo inconmensurable del entendimiento de Dios comparado con el entendimiento finito del hombre (Job 38:4, 18). Solo Dios tiene entendimiento infinito (Salmo 147:5). El hombre es finito en su entendimiento, todo conocimiento que el hombre tenga se ha derivado de una fuente externa. Pero la sabiduría de Dios no se ha derivado de ninguna fuente externa; es un atributo eterno de su naturaleza infinita. “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Salmo 147:5).
La Biblia dice que Dios sabía de nosotros antes de la fundación del mundo y que nos predestinó para adoptarnos como sus propios hijos (Efesios 1:3, 4). Él sabe todo sobre nosotros y está familiarizado con todos nuestros pensamientos (Salmo 139:1-3); nada le es oculto. Si vivimos rectamente, obtenemos satisfacción de saber que Dios está al tanto de todo lo que hacemos y de los motivos de nuestras acciones. De hecho Dios nos conoce mejor que nosotros mismos. Esta es la razón por la que David oraba: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis sentimientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23, 24). Y aquellos que no viven rectamente no deben creer que sus acciones pasan desapercibidas para el Dios que todo lo sabe, que todo lo ve.
LA TRINIDAD
La Trinidad de la Divinidad es uno de los profundos misterios del cristianismo. Entender la Trinidad es entender cómo Dios puede ser Uno y, sin embargo, tres personas distintas a la vez. Una percepción adecuada de la Trinidad es esencial ya que malas interpretaciones de esta verdad condujeron a error y herejía dentro de la Iglesia del pasado.
Las tres personas distintas de la Divinidad son el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. Cada una de estas personas es completamente Dios, ninguno está subordinado a los otros. No obstante, estas tres personas son un Dios, no tres Dioses. La paradoja de la Trinidad es cómo puede haber unidad y pluralidad a la vez en Dios. Debemos mantener un balance de estos dos conceptos para sostener una visión correcta de la Divinidad. Enfatizar la unidad de Dios a expensas de la pluralidad de Dios conducirá a error. El mismo problema surge al enfatizar la pluralidad de Dios a expensas de la unidad de Dios.
La Trinidad de Dios contiene dos conceptos paradójicos: la unidad de Dios y la distinción de personas dentro de la Divinidad. Veremos cada uno de ellos por aparte.
1. Unidad dentro de la Deidad
“Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4; Éxodo 20:3-7). Cuando Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, los sacó del politeísmo (adoración de muchos dioses) propio de las naciones vecinas, diciéndoles que solo hay un Dios en el cielo; el Dios de abraham, de Isaac y de Jacob. Este tema aparece reiteradamente a lo largo del Antiguo Testamento: No hay dioses sino un solo Dios (Isaías 43:10; 45:5). Se dice de Dios “El único Dios verdadero” (Juan 17:3), porque todo ídolo que la gente llegue a adorar es en realidad un “dios falso” (1 Corintios 8:4), a los que la escritura califica de “vanidad” y “obra vana” (Lea Jeremías 10:1-16).
2. Distinción de personas dentro de la Deidad
Las escrituras enseñan claramente que existe pluralidad dentro de la Deidad Unificada. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). En este pasaje Dios no se está refiriendo a las huestes angélicas, pues la creación del hombre se debe exclusivamente a Dios. En este versículo el uso de los plurales “hagamos” y “nuestra” se refiere a las tres personas de la Trinidad. Se distinguen tres personas en el bautismo de Jesús (Lea Lucas 3:21-22). Aquí vemos al Hijo siendo llenado del espíritu Santo, mientras el Padre muestra su aprobación con una voz del cielo.
Las tres personas de la Trinidad (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo) son personas reales y no meras manifestaciones o modos de Dios. Jesús, el Hijo, fue enviado por el Padre (1 Juan 4:10) regreso al Padre (Juan 17:13) y se encuentra sentado a su diestra (Marcos 16:19). El Espíritu fue prometido por el Padre y enviado por el Hijo después de su ascensión (Hechos 2:33).
Este es uno de los muchos ejemplos en que se observa la distinción entre las Personas de la Trinidad (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Juan 14:16-17, 20-23). Estas escrituras se convierten en absurdas y sin sentido si el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fuesen simples manifestaciones de un Dios. Las manifestaciones no conversan entre ellas ni se expresan afecto mutuo (Juan 12:27-28; 17:24). Aquí vemos acciones y actividades de personas no de modos o manifestaciones.
Cada una de las Personas de la Trinidad es completamente Dios, Dios no está dividido. La Biblia dice de Jesús: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9). Jesús no es menos Dios que el Padre mismo (Juan 1:1). Las escrituras también, de manera inequívoca, igualan al Espíritu Santo con Dios. Cuando Pedro reprendió a Ananías por “mentirle al Espíritu Santo” le dijo: “No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hechos 5:3-4). La Trinidad de la Deidad no se debe ver como tres dioses; hay un solo Dios. El ser de Dios es en tres personas iguales entre sí, cada una completamente Dios, las tres poseen todos los atributos y características que hacen a Dios lo que es.
LA NATURALEZA DE DIOS
La palabra que mejor describe la naturaleza de Dios es AMOR. Pese a no ser la única característica de Su naturaleza sobresale de todas las otras y es por la que debemos juzgar todas las acciones de Dios compiladas en la Biblia. La Biblia dice que Dios es Amor (1 Juan 4:8, 116).
Como creyentes debemos mantener en el primer lugar de nuestro pensamiento esta revelación del carácter divino. Dios es Amor y Él desea solo EL BIEN para nosotros todos los días de nuestra vida. Es debido a este amor que, el mismo día de la caída del hombre, Dios nos prometió un Redentor (Génesis 3:15). Debido a Su amor Él envió a su Hijo en satisfacción de aquella promesa (Juan 3:16). Y es debido a Su amor que nos redimió por medio de Cristo y nos hizo sentar en los lugares celestiales con El mismo (Efesios 2:4-6).
Debemos enraizar nuestra percepción de la personalidad de Dios en la revelación del amor de Dios. A menos que una persona vea claramente cuánto la ama Dios, el miedo distorsionará su concepto de Dios y su pensamiento nunca tendrá claro cuáles son las intenciones de Dios para con ella.
A. La imagen de Dios que tiene el hombre
Para comprender claramente el amor de Dios hacia nosotros debemos comenzar por borrar de nuestra mente algunas malas interpretaciones muy comunes respecto a la personalidad de Dios. Estas malas interpretaciones prevalecen entre los inconversos y entre un número sorprendente de cristianos; enraizadas en La Caída, son ampliamente usadas por Satanás para imprimir una imagen oscura y distorsionada de Dios en las mentes humanas.
El pecado distorsiona la imagen de Dios que tiene el hombre
Dios creó al hombre para vivir en amistad con Él, pero el pecado destruyó esa amistad y distorsionó la imagen de Dios en el hombre. Debido al pecado el hombre perdió de vista el hecho de que Dios es un Padre amoroso. El miedo que entró en el hombre debido al pecado le impidió ver a Dios tal como es en realidad (Génesis 3:10). El pecado separó al hombre de Dios: ahora lo veía como a un Ser que sembraba terror en las mentes de aquellos a quienes se les aparecía. Recordemos la reacción de los israelitas a la manifestación de la presencia de Dios (Éxodo 19:18-19), ellos le solicitaron a Moisés que hablase a Dios por ellos mientras se mantenían lejos, a una distancia prudente.
Satanás difama la personalidad de Dios
El enemigo saca ventaja de esta concepción distorsionada de Dios para engañar a los hombres respecto a la verdadera personalidad de Dios y sobre Sus intenciones. En 2 Corintios 4:4 Pablo dice lo siguiente respecto a los incrédulos: “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.
El dios de este mundo es Satanás, y es él quien está tratando de convencer a los inconversos de que Dios no los ama. Él es el que ciega sus mentes al evangelio, un evangelio que con claridad transparente proclama a todos los hombres que Dios los ama, que se ha reconciliado con ellos por medio de Su Hijo; aún hoy día les pide: “Reconciliaos Conmigo” (2 Corintios 5:19-20). Satanás debe mantener a los inconversos ignorantes de esta revelación del evangelio, ya que si ellos la llegan a entender, ¡no cabe la menor duda de a quién servirán!.
Satanás no ha engañado y cegado sólo a los inconversos sino que también ha engañado a muchos creyentes cuando les llega con la mentira tan comúnmente aceptada que Dios se niega a dar. La Biblia estipula claramente que Dios da abundantemente (Santiago 1:5), y que no escatima ningún bien a aquellos que caminan en integridad (Salmo 84:11). Lea Génesis 3:1-5.
En este relato de la tentación de Satanás a Eva, el tentador le dijo que la verdadera razón por la que Dios no quería que comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal era porque Él les estaba negando algo. Satanás sembró en la mente de Eva le idea de que las intenciones de Dios hacia ella no eran del todo tan amorosas y que Dios les estaba escatimando buenas cosas.
Los creyentes deben fijar en sus mentes y en sus corazones que Dios los ama y que no les está negando nada. La prueba eterna e indudable de que Dios es un dador generoso y no un tacaño, es el hecho que envió a Su propio Hijo a morir por nosotros (Efesios 1:7; Romanos 5:8). “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
La religión afecta el pensamiento humano
La religión ha hecho mucho por implantar una imagen incorrecta de Dios en las mentes humanas. Entendemos por religión el conjunto de ideas sobre Dios formadas más por la tradición de los hombres que por la Palabra de Dios. Las tradiciones de los hombres representan a Dios como un ogro furioso, listo para derribar a cualquier ofensor; nunca se piensa que Él es amoroso sino austero y estricto.
Esta forma de pensar prevalecía en los días de Jesús, aún entre sus propios discípulos. Lea Lucas 9:52-56. Jacobo y Juan (a quienes Jesús llamo “los Hijos del Trueno” en Marcos 3:17), estaban preparados para pedir que descendiera fuego del cielo. Supusieron que la creación de Dios ante el rechazo de los samaritanos a Cristo sería la misma que la de ellos. La respuesta de Jesús muestra como ellos no entendían nada del corazón de Dios Padre, ni de Sus razones para enviar al Hijo. Jacobo y Juan proyectaban hacia Dios sus propias concepciones y sus propias respuestas a la gente.
Hay muchos cristianos que cometen este mismo error respecto al amor de Dios hacia ellos: suponen que los pensamientos y los caminos de Dios son semejantes a los pensamientos y caminos de los hombres; proyectan su propia forma carnal de concebirse a sí mismos hacia Dios. Muchas veces basan su concepto de los caminos del Señor en lo que ellos harían si fuesen Dios, tal como hicieron Jacobo y Juan. Pero Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9).
Nunca piense que sabe lo que Dios está pensando a menos que El se lo revele por Su Palabra. Presuponer cosas siempre conduce a concepciones incorrectas.
La imagen de Dios revelada: JESÚS
Según hemos visto el concepto de Dios que tiene el hombre se ve oscurecido por el pecado y distorsionado por la tradición religiosa. Sin embargo, Dios tiene una forma de mostrarle al hombre cómo es Él en realidad, de revelarle Su verdadera naturaleza; y esa forma es Jesús.
En Hebreos 1:3 se llama a Jesús “el resplandor de su gloria (la de Dios), la imagen misma de su sustancia”. Jesús representa con exactitud a Dios y Su gran amor por el hombre. En realidad Él es una afirmación de Dios al mundo: “¡He aquí como soy! ¡He aquí cuánto los amo!”.
Jesús personifica el amor de Dios en todas las formas, no sólo en el hecho de ser enviado por Dios (Juan 3:16) y de morir por nosotros (Romanos 5:8), sino en la forma como condujo su ministerio mientras estuvo en la tierra. Las enseñanzas y el estilo de vida de Jesús durante su permanencia en la tierra revelan a un Dios cuyo corazón está lleno de compasión y de amor.
Sus enseñanzas: Amor
Siempre que Jesús instruyó a sus discípulos se refirió a Dios como “Padre” y “vuestro Padre”. Los judíos conocían a Dios como “Yahveh”, nombre este tan sagrado que no se les permitía pronunciarlo de manera audible. Jesús vino y llamó a Yahveh “Papá” (Mateo 6:4, 8, 9). Él sabía que Dios es por naturaleza un Padre y que había deseado una familia desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4-5); de modo que presentó a Yahveh al mundo como un “Padre celestial”, alguien infinitamente bueno e infinitamente amoroso.
En Mateo 7:7-11 Jesús enseña a sus discípulos que Dios contestará sus oraciones y que la razón por la que lo hará es porque Él es un Padre amoroso. Él dijo que ningún padre normal daría a su hijo piedras ni culebras cuando éste le pida pan o pescado; en otras palabras, ningún padre le da cosas malas ni dañinas a sus hijos; se le consideraría perverso o sádico a quien tal cosa hiciese. Dios Padre es infinitamente mejor que cualquier mal padre terrenal. “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿CUÁNTO MAS vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:11).
Dios no da “piedras” y “culebras” a sus hijos; si algún creyente esta recibiendo “piedras” y “culebras” en su vida, puede estar absolutamente seguro que no vienen del Padre Celestial.
“En aquel día pediréis en mi nombre; y yo os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama...” (Juan 16:26-27). Jesús nos dice que no tendrá que pedirle al Padre “por nosotros”; Dios responderá porque Él “nos” ama. Al final de su estadía en la tierra Jesús oró por “...que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:23).
Nadie tiene dificultad en creer que Dios ama a Jesús pues Él es Su Hijo unigénito; Dios haría cualquier cosa por Jesús. Pero aquí se nos enseña que Dios nos ama tanto como ama a Jesús. Esto está a la par del hecho que de tal manera amó Dios al hombre que consideró válido pagar por precio a Su propio Hijo para redimirlo de las manos del pecado y de Satanás.
Su Vida: Personificación del Amor
No sólo las enseñanzas de Jesús reflejan el amor de Dios, sino que su vida terrenal lo refleja. Vemos la compasión de Dios fluyendo de Jesús hacia los perdidos, los hambrientos, los cojos y los enfermos. Él “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).
Cuando Jesús, movido por compasión, sanó a los enfermos (Mateo 14:14), fue porque Dios Padre quería que los enfermos sanasen. Cuando Jesús, movido por compasión, alimentó a las multitudes (Mateo 15:32-37), fue porque Dios Padre quería a las multitudes bien alimentadas. Cuando Jesús, movido por compasión, le pidió a sus discípulos que rogasen al Señor que enviase obreros (Mateo 9:36-38) fue porque Dios Padre quería a las multitudes salvadas. Jesús era movido por compasión porque Dios era movido por compasión.
Jesús nos mostró más allá de cualquier duda que Dios es un Padre amoroso, y lo testificó con palabras y con hechos. Jesús no vino a representarnos un ogro furioso listo para condenar y destruir, Jesús vino a mostrarnos un Padre que quería reconciliar con El mismo a la criatura que amaba, un Padre que quería salvar al hombre perdido de su vida de muerte.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:17).
Conozcamos el Amor de Dios
La iglesia necesita una revelación del Amor de Dios, tenemos que verlo con tal claridad que nuestro primer pensamiento al inicio del día sea del amor de Dios por nosotros. El ignorar el hecho que Dios los ama ha dejado a muchos cristianos paralizados espiritualmente, incapaces de moverse con libertad en las cosas del Señor. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel (Jesús)” (2 Pedro 1:3).
No estamos capacitados para apropiarnos completamente de todas las cosas que Dios nos ha dado a menos que logremos un conocimiento completo de quien es Dios; debemos saber que Él define perfectamente la palabra Amor.
Renovemos nuestras mentes
Pablo oró por la iglesia de Efeso, una iglesia notable por su madurez en el Señor. “...a fin de que, arraigados y cimentados en el amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).
Pablo oraba porque recibiesen una revelación sobrenatural del amor de Dios, puesto que únicamente a través de una revelación del Espíritu Santo podremos “conocer” algo que “excede a todo conocimiento”. Solo por medio del Espíritu de Dios serán nuestras mentes capaces de comprender la inmensidad del amor de Dios.
Puesto que el amor de Dios va más allá de la razón humana, no podemos confiar en nuestras emociones ni en nuestro intelecto para comprender el amor de Dios. Desafortunadamente muchos creyentes basan su certeza del amor de Dios en sus sentimientos o en lo que pueden entender con sus mentes. Se levantan por la mañana y examinan el estado de sus emociones para averiguar si Dios todavía los ama o no.
Nuestras emociones no nos pueden decir nada respecto al amor de Dios. El que una persona requiera experimentar cierta emoción antes de creer que Dios la ama verdaderamente es igual que pedir “una señal” de que su Palabra es verdadera. Los fariseos estaban constantemente pidiéndole a Jesús una señal probatoria de que lo que decía era verdad: Jesús los llamó perversos y adúlteros (Mateo 12:38-39).
Dios nos ha dado la prueba necesaria como demostración de la grandeza de su amor. Él envió a su Hijo unigénito al mundo para morir, lo miró colgado de una cruz nada más que para que pudiera redimirnos a Él. El conocimiento del amor de Dios lo obtenemos meditando sobre la revelación del nuevo pacto, sobre lo que hizo por nosotros y sobre por qué lo hizo “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en nuestros pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:4-7).
“No os conforméis a este siglo, sino sed transformados por medio de la renovación de vuestro entendimiento...” (Romanos 12:2). Debemos permitir que nuestras mentes sean renovadas por el hecho de que Dios nos ama. Revolcamos en sentimientos de inseguridad, de inferioridad o de impotencia no es más que conformarnos a este mundo.
El mundo está atrapado en esta clase de emociones porque han distorsionado la imagen de Dios, pero Él nos ha revelado su verdadera naturaleza a través de su Palabra. ¡Es un Padre amoroso! A medida que renovamos nuestras mentes, el amor de Dios se convertirá en una realidad concreta para nosotros. Cuando sepamos que Dios es por nosotros y no contra nosotros, cuando integremos estos hechos a nuestras formas de pensar, la simple sugerencia de impotencia o inseguridad parecerá absurda. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros” (Romanos 8:31).
Mantengamos firme nuestra confianza
En Hebreos se nos manifiesta que para agradar a Dios debemos saber algo específico sobre su personalidad: Él es galardonador. No es posible tener verdadera confianza en Dios a menos que creamos que Él es galardonador y desprendido (Santiago 1:7).
El apóstol Juan dijo: “y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros...” (1 Juan 4:16). De nuevo nos encontramos frente al principio de creer algo sobre la personalidad de Dios; para Juan no fue suficiente conocer el amor de Dios sino que también creyó en ese amor: ¡Dios es amor! “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor...” (1 Juan 4:18).
Juan sabía que los resultados de conocer y creer en el amor de Dios eran la liberación del temor y el estar en confianza ante Dios. Cuando alguien tiene una revelación del amor de Dios tan arraigada como para poder decir: “Dios es Amor” no es concebible que se asuste ante Él y tener confianza en Él se convierte en algo muy natural.
Nadie comenzará a sentir esa liberación del temor y esa confianza con Dios hasta que ponga fe en el hecho que Dios lo ama. En Hebreos 11:1 se dice que la fe es una certeza. En Hebreos 3:14 se nos dice que “retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”. Debemos mantenernos firmes en la certeza del amor de Dios.
Es imposible creer que Dios es galardonador y mezquino a la vez puesto que son posiciones incompatibles. Él es galardonador o mezquino porque no puede ser las dos cosas, pero la Biblia es explícita en cuanto a la verdadera personalidad de Dios: Dios es galardonador (Hebreos 11:6), Él da abundantemente (Santiago 1:5), El no quitará el bien a los que andan en integridad (Salmo 84:11).
La verdadera Naturaleza de Dios
La naturaleza de Dios es el Amor; siempre lo ha sido y siempre lo será. A través del pecado y los engaños de Satanás, el mundo ha desarrollado una imagen incorrecta de Dios; lo ha visualizado como a una persona enojada y que impone muchas demandas, alguien a quien se debe temer grandemente. Sin embargo, al enviar Dios a su único Hijo Jesús, le ha ofrecido al mundo la más grande evidencia de amor, tanto que sólo en Dios es posible. Por medio de Jesús, Dios nos mostró de una sola y buena vez la verdadera naturaleza de su personalidad.
La iglesia ha estado paralizada durante mucho tiempo por un miedo innecesario hacia Dios; le ha faltado confianza para moverse con libertad en ciertas áreas en que Dios la ha necesitado. Pero la Iglesia de hoy se esta enterando de que Dios no le negará nada.
Fue este tipo de confianza lo que capacitó a la iglesia primitiva para que hiciera las obras asombrosas que hizo. Los primeros cristianos tuvieron una revelación del amor de Dios hacia ellos; ellos estaban seguros que Él contestaría sus oraciones y peticiones porque los amaba. A medida que la iglesia actual empieza a estar “arraigada y cimentada en amor” (en la revelación del amor de Dios), empezará a moverse con la audacia requerida para realizar las obras de Jesús y las obras mayores a las que El se refirió en Juan 14:12.
SUMARIO. EL TODOPODEROSO: NUESTRO AMOROSO PADRE
Para tener la perspectiva correcta de Dios, es esencial comprender su posición de supremacía: todo lo que existe está ahí porque Dios lo creó. En Su suprema posición Dios tiene atributos que no son compartidos por ninguna criatura y son esos atributos lo que identifican a Dios como Dios. Dios es todopoderoso y no hay nada que pueda desminuir Su poder. Dios lo sabe todo y no hay nada que El no sepa. Dios está presente en todo lugar a la vez y ve todo lo que ocurre en un momento dado en toda parte.
Pero aunque Dios sea tan grande y poderoso no se ha separado de nosotros ni se ha hecho inalcanzable. El conocimiento de la grandeza divina, debe ser balanceado por la revelación de que “Dios es Amor”. Todos los atributos de Dios se manifiestan al mantener su personalidad amorosa. Debido a que Dios es amor no usó su poder y sabiduría contra nosotros, sino “por” nosotros: envió a su único Hijo a comprar nuestra redención.
Así pues, el gran poder y sabiduría de Dios se canalizan hacia nuestro propio bienestar y beneficio, ya que Dios es un Padre amoroso. Servimos a un Dios Todopoderoso y sin igual, pero ese Dios Todopoderoso es un Padre Amoroso cuyas buenas intenciones se dirigen hacia nosotros Sus hijos.
LA NATURALEZA DE DIOS - PREGUNTAS DE ESTUDIO
1. Mencione dos cosas que Dios no puede hacer y los versículos que revelan estas cosas.
2. La omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia de Dios son más que meros conceptos teológicos. Son realidades espirituales. ¿Qué significan para usted estos tres conceptos? ¿Cómo afectan su vida?
3. ¿Qué le respondería usted a una persona que le dijera: “Creo que la Trinidad está compuesta por tres dioses separados y distintos”? ¿Qué versículos le mostraría usted a esa persona?
4. ¿Cuáles tres cosas han causado que el hombre tenga una imagen oscura y distorsionada de Dios?
5. ¿Cómo ha afectado su vida una revelación del amor de Dios? ¿Cómo le afectará en el futuro?
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